Así podés dejar de ser una persona tóxica

¿Sos una persona tóxica? Antes de seguir leyendo, acá tenés el test:

La buena noticia es que dejar de ser tóxico/a sí es posible. Pero, ¿cómo?

Siguiendo estos pocos pasos, aunque nada sencillos, podrás cambiar tu actitud ante los demás, y sobre todo ante vos mismo/a.

1. Reconocé el problema

Es el primer paso para cambiar, y uno de los más difíciles, porque dar este paso destraba todo el resto del proceso. Entender y aceptar que algo malo nos está sucediendo. Siempre resulta más sencillo recurrir a las muletillas "yo soy así", "a esta altura no voy a cambiar", "si quiere estar conmigo que se aguante". 

Como en los casos de trastornos de personalidad, quienes resultan tóxicos no logran percibirlo. Los hábitos tóxicos están tan arraigados en la persona que se tratan de forma similar a los trastornos de personalidad, que requieren tratamientos largos y perseverantes.

Llegados entonces al reconocimiento  del problema, te dejamos con algunos consejos para dejar de ser una persona tóxica.

2. Conocete a vos mismo/a  

El autoconocimiento es el segundo paso importante para vencer nuestro problema de toxicidad. Para ello necesitarás pensar en tus comportamientos indeseados, anotarlos en una lista y releerlos cuantas veces creas necesario para incorporarlos como hábitos a cambiar. Describí con el mayor detalle esas actitudes que te molestan y que sabés que dañan a los demás, porque tus seres más cercanos te lo han dicho. Para aislar estos comportamientos es importante que seas puntual, por ejemplo “me quejo cada vez que mi pareja se reúne los jueves con sus amigos y no me invita”. No es que seas quejoso/a, es que lo sos en esos momentos y con esa persona. Ahí tenés un actitud indeseada claramente desglosada para anotar en tu lista: la actitud, el momento y la persona.

3. Identificá tus convicciones y creencias

Es decir aquellos pensamientos y emociones más profundas que son el lugar donde se amarran tus comportamientos tóxicos. Dicho en criollo: “por qué me comporto así.” Siempre encontrarás una justificación para tus actitudes, no es necesario que las conozcan los demás, basta que vos te autocomplazcas pensando en las razones íntimas que te mueven a actuar de manera tóxica, y por esa razón no buscar cambiarlas.

Estas creencias pueden ser de diversa naturaleza: costumbres aprendidas en la infancia, traumas, necesidades insatisfechas.  Lo cierto es que los comportamientos tóxicos se repiten una y otra vez porque tienen algo atrás, una verdadera razón que los sostiene.

Entonces hay que atacar la raíz del problema: cambiar tus propias creencias y pensamientos, lo cual no suena muy sencillo, sin embargo es absolutamente posible si tenés la voluntad de hacerlo. Lo primero será identificarlas, esto lo podés lograr mediante preguntas:

• ¿“Por qué me enojo con mi pareja si quiere ver a sus amigos”?
• ¿Por qué culpo a los demás cada vez que me pasa algo a mí?”
• “¿Por qué me estreso cada vez que nos reunimos con la familia?”

En la medida que puedas respondé cada pregunta, y a la respuesta a su vez generale una nueva pregunta y así sucesivamente. Ej: 

• “¿Por qué me enojo y peleo cada vez que nos reunimos con la familia?”
• “¿Por qué no soporto que me discutan por cualquier cosa?”
• “¿Por qué te discuten por cualquier cosa?”
• “Porque tienen diferentes ideas de la vida.”
• “¿Ideas diferentes sobre qué son las que te enojan tanto?”

Y así hasta llegar a la idea clara y detallada del origen de tus molestias, es decir aquella que justifica tu conducta.

4. Buscá alternativas a tus creencias

Una vez consigas encontrar las justificaciones de tus conductas, seguí indagando en ellas con preguntas del tipo:

• “¿La razón de mi conducta se basa en un hecho que realmente existe o proviene de una película que me hago en mi cabeza, es decir que nace de mis emociones y no de la realidad?”
• “¿Qué alternativas tengo si dejo de pensar así?” Es decir si dejo de justificarme, ¿mi conducta seguiría siendo válida y racional?”

Es probable que no, y si llegás a comprender y aceptar que estás actuando irracionalmente, ya que no hay creencias que sostengan tus comportamientos tóxicos, habrás dado pasos gigantes en el proceso de dejar de ser aquella persona tóxica que lastima a los demás y a vos mismo/a. Sin embargo llegar a este punto no es nada fácil, porque no todos somos capaces de desprendernos de nuestras ideas más íntimas, aunque las sepamos insólitas o erradas. Lo habitual es la comodidad, es resignarnos a la idea de cómo somos aunque todos se quejen de nosotros/as.

Antes de llegar al quinto y último consejo, te sugerimos que te armes de paciencia, de perseverancia y voluntad para alejar por fin las actitudes tóxicas que te están envenenando.

5. Armá un plan

Ya te conocés muy bien, tenés anotado y recontra leído aquello que tenés que cambiar.

Ahora llegó la hora de HACERLO. Pero ¿cómo?

Planificando conductas nuevas:

• ¿Te molestaba que tu pareja salga con amigos y sin vos los jueves? Llegá a un acuerdo con ella. Por ejemplo que te permita compartir uno de esos encuentros de vez en cuando, o proponele una salida juntos otro día de la semana.
• ¿Te angustian y enojan las reuniones familiares? Tomate un descanso, no vayas, o andate antes de que se generen las peleas. Proponé un plan como un juego de mesa familiar para distender las discusiones, apaguen la tv, adelantate a hablar de cosas que no le importen demasiado a nadie, cuenten chistes, para provocar las risas que siempre relajan.

Los comportamientos tóxicos no se irán de la noche a la mañana, ellos son recurrentes y persuasivos. Aguardan el momento de distracción para aparecer cuando menos los esperás y provocar tu ira. Sin embargo ya estás preparado/a para recibirlos, porque hiciste un gran trabajo de reconocimiento e investigación interna en relación a ellos.

 De a poco irás evadiéndolos, al recurrir a tus planes alternativos. Perseverando y repitiendo esas acciones que detallaste en tu plan, generarás nuevos hábitos de comportamiento, dejando atrás las conductas tóxicas.

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