¿Cómo sé que debo llevar a mi hijo al fonoaudiólogo?

¿Cuándo llevar a nuestros hijo/as a un especialista en problemas del oído y el lenguaje?

Lo primero es observarlos, a veces creemos que pronuncian mal una palabra pero puede que el niño o niña esté simplemente balbuceando. Ante la duda, la primera consulta será con un pediatra. La detección temprana de cualquier dificultad auditiva es importante para empezar un tratamiento a tiempo.

¿Qué síntomas debemos observar en nuestros hijo/as?

• trastornos en el lenguaje o el habla
• respiración bucal
• problemas de deglución
• patologías que afectan la voz, como disfonía frecuente o ronquera.

La estimulación en el hogar y la escuela

Estimular a los niño/as tanto en la escuela como en el hogar en relación a su lenguaje y audición es importante. Hacer ejercicios y tareas con ellos que tengan que ver con las palabras, sus sonidos y maneras de expresarlas.

Existen ciertas pautas generales de "logros vocales" determinados para guiarte sobre si tu hijo/a necesita ayuda profesional:

• Niño/as de un año. Idealmente pronuncian entre 25 y 50 palabras, aunque pueden silabear antes de la palabra o frase (pa-pa, ma-ma, te-te).
• Niño/as de tres años. Identifican los objetos por su uso y nominan elementos básicos.
• Niño/as de 5 y 5 años. Definen los objetos por categorías. Arman oraciones.
• Niño/as de 6 años. Arman frases complejas con tres o más elementos.

Tareas en el hogar

En general ciertas dificultades en el habla desaparecen o se corrigen con el tiempo. En ciertos niños solo es necesario esperar cumplir cierta edad para lograr una correcta utilización de las palabras; aunque en otros casos las dificultades permanecen.

Los tratamientos que recomiende un fonoaudiólogo siempre serán serán insuficientes si no hay un apoyo y perseverancia en el hogar del niño/a. Es decir que madre y padre deben involucrarse en los ejercicios recomendados.

Mamá y papá ¡a hablar bien!

Las madres y padres deben pronunciar las palabras correctamente frente a sus hijo/as. Es una costumbre copiar ciertas palabras mal pronunciadas a los niño/as porque nos parece gracioso. Pero no es recomendable hacer esto, porque ellos imitan el entorno. Si pronunciamos mal las palabras, el niño/a no aprenderá a corregirse y en la escuela se verá confundido/a cuando la maestra le corrija las pronunciaciones.

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