Crisis existencial - De la dependencia a la autonomía

Una crisis existencial puede ser tomada como la oportunidad de transformar dependencia emocional en autonomía y libertad, de construir una identidad sólida, fortaleciéndonos en el proceso.

28 ABR 2019 · Lectura: min.
Crisis existencial - De la dependencia a la autonomía
Cuando atravesamos una crisis existencial nuestra identidad también entra en crisis. Pensamos la identidad como un conjunto de características que reconocemos como constitutivas de nosotros mismos (este soy yo). Abarca rasgos físicos (cara, cuerpo) y psicológicos emocionales (personalidad –rasgos permanentes-, carácter –rasgos variables-). En una crisis existencial "nos movieron el piso". Es característica de la misma la vivencia de un proyecto de vida que quedó trunco, por decisión externa y no por elección propia. Cambios impuestos desde afuera generan un "trauma" o sea: la identidad es sorprendida con un "golpe" y dejamos de reconocernos como la persona que siempre fuimos, en lo que también interviene la angustia y ansiedad -propia de cualquier crisis- hasta llegando a generar "sentimientos de despersonalización" –sensación de verse y escucharse desde afuera, de flotar en vez de caminar, de no manejar el cuerpo. El yo es sí-mismo-en-situación. Cuanto más dependiente emocional sea quien atraviesa la crisis existencial, más fuerte será el impacto de la misma en la identidad y más dificultoso el atravesarla y salir de la misma. La dependencia del afuera hace que nuestro yo se sostenga en equilibrio funcional en determinado medio ambiente o con cierta persona, por ejemplo, que le sirve de apoyo y espejo a la vez y que si no está deja al vivo rojo el vacío interno -característico de este perfil dependiente- con la desesperación y angustia que conlleva. En terapia, en el pasaje hacia la autonomía fortalecemos el yo, que se va independizando del afuera para ser sí-mismo. Se vuelve menos influenciable por lo externo al construir sólidos cimientos en lugar del vacío.

Las defensas, dique de angustias y ansiedades, se consolidan. Volvemos a reconocernos en el espejo de la mirada del terapeuta, como "puente" hacia la propia mirada-espejo que devuelve imagen, concepto de sí, afectos y pensamientos de amor, cuidado, armonía, posibilitando nuevos proyectos y plenitud interna. Fuentes Consultadas: "Obras completas", S. Freud; "La restauración del sí mismo", K. Heinz; "El ser y la nada", J. Sarte; "La falta básica", M. Balint.

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Escrito por

Lic. Cristina Cubisino

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