Dependo emocionalmente de mi pareja

Este estado de dependencia es natural porque todos los seres humanos desarrollamos un mecanismo de subsistencia. Primero con la madre y el padre, y luego con ciertas personas importantes que aparecen en nuestra vida como la maestra, los amigos y cualquier relación de apego.

Depedencia emocional y Autoestima

Necesitamos sentirnos seguros y protegidos frente a un mundo hostil y plagado de obstáculos y peligros desde que nacemos. A medida que crecemos y nos hacemos adultos la vida nos reta a desarrollar habilidades y conocimientos para enfrentarla y hacernos de nuestros medios de subsistencia. Esas habilidades no son sólo materiales ó físicas, también vamos creciendo emocionalmente. En ese camino, la autoestima es una cualidad importantísima que debemos desarrollar para la vida.

Hay personas que desarrollan relaciones inseguras en etapas tempranas, ya sea por abandono paterno ó violencia familiar. Ó incluso en casos familiares menos graves pero donde existe vinculación familiar de desapego como es el caso de las familias tradicionales ó de épocas de antaño. Personas que hoy en día tienen entre 70 y 90 años, en su infancia tuvieron que trabajar perdiendo etapas importantes de su niñez. La manera en que ellos desarrollaron su autoestima seguramente ha sido muy diferente a las de generaciones más actuales. Además de esto no hay que olvidar que influye en la autoestima el factor personal innato, es decir la manera de ser de cada persona.

Si es natural depender ¿Cuándo se vuelve un problema que debemos tratar?

Cuando elegimos compartir la cotidianidad con alguien más, todo ese trabajo de desarrollo de la autoestima se pone a prueba. Toda relación de pareja, al igual que toda relación humana es una relación de poder. Siempre hay alguien que lleva la voz cantante, que propone, uno de los dos que de alguna manera "marca la pauta" y establece las reglas del juego amoroso.

Esto no significa que esta relación de poder sea negativa. Es algo natural que debemos aceptar porque cada persona tiene intereses individuales innatos. Lo que sí puede ser dañino para la pareja, es que uno de los dos ejerza tal poder unilateralmente que "aplaste" la voluntad del otro ó la otra. Y que en la pareja no se establezca una relación horizontal y democrática donde ambos proponen, deciden, disponen de los sentimientos, los bienes, la economía, en definitiva cualquier decisión que se tome en relación a la pareja.

Las personas que no desarrollan altos niveles de autoestima pueden generar esquemas mentales de inseguridad para todas sus relaciones sentimentales futuras. En estos casos la dependencia emocional a su pareja será mucho más fuerte. Esa persona será la que se vea "aplastada", la que no decida nada y esté siempre a merced del otro.

Es allí cuando se habla de la existencia de un problema de dependencia emocional. Cuando esta inseguridad se vuelve disfuncional al desarrollo sano de la relación. Es común oír hablar de parejas en donde uno de los dos –ó los dos miembros- necesitan controlar todo lo que hace el otro, revisar el teléfono, estar "pegados" a toda hora ó hacer todo de a dos. Cuando hay además dependencia económica el problema puede agravarse.

Hacé consciente tu problema de dependencia emocional

Es el primer paso para empezar a buscar la solución: Identificar el problema. Cuando experimentes los siguientes síntomas y sientas que hay una molestia permanente, es probable que haya llegado el momento de aceptar que tenés un problema serio que podría agravarse:

Necesidad obsesiva de cercanía: querés estar todo el tiempo junto a tu pareja. Le exigís atención física y psíquica. Cualquier tiempo libre es para estar juntos. Toda actividad que hacés con otras personas carece de importancia y te aburre.

Sensación permanente de necesidad del otro: nunca estás satisfecho/a con lo que recibís del otro, siempre te falta algo. Si no te presta atención por algún breve momento pensás que ya no te quiere, ó hay alguien más.

Inseguridad en relación al futuro: estás permanentemente en alerta e intranquilo/a y con pánico a que la relación se acabe.

Sentimiento de ser menos que tu pareja: sentís eso a cada momento, que no estás a su altura, que no lo merecés y por tanto estar con él ó ella te parece un premio que debés honrar y conservar.

Miedo al desamor: te sentís perseguido/a por ese temor. Pensás que llegará el momento en que este sueño maravilloso de amor llegará a su inevitable final.

Falta de gustos e intereses propios: no tenés nada "tuyo". Tus actividades, divertimentos, planes, expectativas, siempre son las de tu pareja. Nunca tenés iniciativa. Seguís por inercia todo lo que el otro/a propone. No hay ningún espacio ni momento íntimamente tuyo, propio, personal. Tampoco sentís la necesidad de plantear esas carencias. Vivís como normal que te guste todo lo que le gusta a tu pareja. Ó a veces preferís no contradecir ó enojar al otro/a con propuestas que puedan no gustarle.

Y después de identificarlo, qué hacer?

Hay comportamientos que podés desarrollar para superar la dependencia emocional.

Afrontar el miedo a la pérdida: sé más independiente. Al principio pensarás que estás perdiendo a tu pareja. Incluso él ó ella te pregunten acerca del alejamiento. Pero a medida que recuperes tus intereses personales, tus tiempos de intimidad, tus actividades individuales; te sentirás más seguro/a y eso sumará calidad a la vida en pareja. Si la otra persona te quiere de verdad no verá con malos ojos tu independencia, incluso le parecerá atractiva.

Volvéte un poco egoísta: si hay cosas que te gustan y querés hacerlas no tengas miedo de planteárselas al otro/a. Puede resultar una bocanada de aire fresco para la cotidianidad de la relación. Y más seguridad y confianza para vos. Probá un cambio radical poniéndote en primer plano y dejando la relación en segundo lugar. Al menos hasta que recuperes tu autoestima y lugar y espacios personales.

Revisá tus conductas de dependencia y atrévete a hacer justo lo opuesto de lo que venías haciendo. Por ejemplo, si nunca fuiste a contramano de los gustos de tu pareja, hacélo ahora. Dejá de acompañarlo a todos los partidos de fútbol, ó no vayas a ver las películas que ella siempre elige de la cartelera del cine.

Distanciáte físicamente: al menos por unas horas. Y aún mejor, quedáte a dormir en lo de tu mamá ó donde un amigo/a un fin de semana. Experimentá el vacío que provoca la ausencia. Al aceptar esta "pérdida" imaginaria como un gran miedo, estarás fortaleciéndote porque te darás cuenta que se puede vivir sin el otro/a aunque duela.

Enfocáte en lo importante de tu vida: dedicáte con ganas a lo que consideres tu fuerte: el trabajo, una actividad de recreación, algún hobbie como escribir, dibujar, bailar, viajar, etc.

Desarrollá tu inteligencia emocional: llegado a este punto de la lectura de este artículo estás haciéndolo. Comprender tu situación, reconocerte en estos miedos y plantearte seriamente superar el problema de dependencia emocional. Que recuperes tu independencia no significa que dejes de pensar en mejorar la vida de tu pareja. Pero ya no con miedo a perderla sino generando propuestas, dedicando a ella el tiempo que te queda luego de dedicarte a tus cosas, que en definitiva también son cosas de la pareja. Porque una relación sana debería construírse principalmente con las individualidades irrenunciables de cada uno y algunas pocas renuncias de parte y parte.

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