Milner y la literalización galileísta

Acerca de aquello que el psicoanálisis y otras disciplinas conexas toman del corte galileano para construir sus propios fundamentos.

7 SEP 2020 · Lectura: min.
Milner y la literalización galileísta

En uno de sus últimos libros, Claridad de Todo, Jean-Claude Milner nos proporciona algunos elementos que podrían ayudarnos a profundizar el entendimiento respecto de qué es aquello que el psicoanálisis y otras disciplinas conexas (principalmente la lingüística de Jakobson y la antropología de Lévi-Strauss) toman del corte galileano para construir sus propios fundamentos. El autor destaca, como premisa, que las derivaciones (o extensiones) del galileanismo parten de una lógica de articulación, basada en una disyunción fundamental, entre las nociones de matematización y literalización.

Si consideráramos a la lingüística de Jakobson como una ciencia galileana, deberíamos plantear que esta establecería su base no en las matemáticas en un sentido estricto sino más bien en la literalización en un sentido amplio. La literalización no depende necesariamente, –en Jakobson al menos– de desarrollos matemáticos. Milner sostiene que lo esencial del galileanismo no es la matematización en sí, sino la literalización, de la cual la matemática no es sería sino una forma entre otras. Así, la verdadera apuesta del estructuralismo consistiría en literalizar más que en matematizar.

En el aforismo lacaniano que dicta que 'el inconsciente está estructurado como un lenguaje', lo 'estructurado' –dice Milner– remite a lo literal en cuanto disyunto de lo matemático.

Siguiendo a Milner en La obra clara, digamos que el estructuralismo constituyó una figura de ciencia. En su momento de apogeo se consideró que la ciencia moderna podía y debía extender su jurisdicción más allá de los límites que le eran reconocidos. Desde su pretendido lugar de ciencia ideal, el estructuralismo propuso dos modificaciones esenciales en el campo de la ciencia. La primera recayó sobre los objetos: el estructuralismo se dedicó a 'objetos humanos'. La segunda modificación se refiere a la matematización: se verificó un desplazamiento del acento de la medición –o cuantificación– a la literalización, y una disolución no cuantitativa de lo cualitativo –recordemos que la ciencia moderna pretende eliminar de su campo toda 'cualificación'–. A mediados del siglo XX la lingüística llegó a ser considerada una disciplina tan literal como el álgebra o la lógica. Se trataba de una matematización extendida, tan rigurosa como la del aparato matemático en sentido estricto pero a la vez autónoma respecto de este. Lacan, por su relación con el galileanismo, y por situar su objeto más del lado de la cultura que de la naturaleza, fue considerado entonces, en cierto momento, como perteneciente al estructuralismo.

Ahora bien, Milner señala que "en 1968 el estructuralismo ya no está". Luego, en Claridad de todo, nuestro autor sostiene que la figura dominante en nuestro tiempo es la de las ciencias de la vida. Se trata de una ciencia biológica literalizada (aunque no matematizada) –en genética, por ejemplo domina una literalización consistente en poner en relación de analogía genes y conjuntos de letras–. Podríamos entonces hablar aquí también de alguna forma de galileísmo. ¿Debería eso dirigir los esfuerzos teóricos del psicoanálisis en una nueva dirección? ¿Acarrea esto consecuencias del orden de la política del psicoanálisis? Para responder a esta última pregunta es necesario producir otro deslinde, el de la matematización y la medición. La matematización puede desembocar en una medición (o cuantificación); pero no se confunde con ella. Según Milner, puede haber galileísmo sin medición. Y a la inversa: piénsese en los problemas actuales respecto de las evaluaciones cuantificadas que se intenta imponer al psicoanálisis –al menos en Francia–. Se trataría allí de medición sin galileísmo.

Nuestro autor propone la fórmula 'galileísmo extendido' para dar cuenta de la posibilidad de ir más allá de la referencia exclusiva de la ciencia galileana al orden de la naturaleza (entendida en el sentido clásico.) Tanto Jakobson como Lévi-Satrauss habrían probado que la ciencia galileana puede desarrollarse más allá del ámbito de la physei, es decir, que existe la ciencia galileana de la thesei (según las nomenclaturas griegas clásicas, naturaleza y convención.) Y, obviamente, esto sería crucial para el desarrollo del psicoanálisis.

Volviendo al aforismo 'el inconsciente está estructurado como un lenguaje', diríamos, con Milner, que 'un lenguaje' designa un objeto del que una ciencia galileana es posible. Y esto es así porque existe un galileanismo de la literalización sin exigencia de matematización.

¿Cuál sería el estado actual, en el medio científico, respecto del problema plateado siguiendo el texto de Milner? Pues bien, se considera que la promesa estructuralista no se cumplió. Por lo tanto, el consenso en la comunidad científica actual se organiza en torno a la idea de que sólo las ciencias naturales son galileanas.

A propósito de las ciencias dominantes en cada época, encontramos en Lacan una referencia que no carece de cierto sarcasmo. Pertenece a "La Tercera":

"Lo picante de todo esto, es que en los próximos años el discurso del analista dependerá de lo real, y no al contrario. El advenimiento de lo real no depende del analista en absoluto. El analista tiene por misión hacerle frente. A pesar de todo, lo real muy bien podría encabritarse, sobre todo desde que tiene el apoyo del discurso científico. Es incluso uno de los ejercidos de lo que llaman ciencia-ficción. La eugenesia, la eutanasia, en fin, todo tipo de eubromas diversas. Donde esto se torna original es cuando los sabios mismos son atrapados, por supuesto no por la ciencia-ficción, sino por la angustia; esto, no obstante, es instructivo. Es precisamente el síntoma tipo de todo acontecimiento de lo real. / Sea como fuere, los «eu» que subrayé al pasar, más arriba, nos colocarían finalmente en la apatía del bien universal y suplirían la ausencia de la relación que indiqué como imposible /"[1]

Bien. ¿Cuál sería este real al que el analista debería quizás hacerle la contra, ya que podría desbocarse –por su apoyo en el discurso científico? Las definiciones de lo real como 'lo imposible lógico-matemático' o lo real como 'el goce en juego' no agotan aquí la dimensión aludida por Lacan en la referencia (aunque no la contradicen.) Y notemos que aquí parece referirse a la ciencia ficción como fantasma de la ciencia (verdadera), como dijimos en otro lugar.

Un dato instructivo: la angustia de los científicos (¿aparecerían aquí como sujetos?) sería el síntoma tipo de todo acontecimiento de lo real. Y lo real que parece ser aquí la infección a la que podría reducirse la vida sería… ¡el colmo del ser pensante! Es decir, hay algo (¿el goce como error en la cuenta?) que podría ser del orden de la catástrofe por la exclusión del sujeto. De ahí la proliferación –necesaria de alguna manera– de los comités de ética científica. Los límites de la ciencia se tornan evidentes cuando no puede definir las opciones morales y éticas que se hacen posibles a partir del desarrollo de sus aplicaciones.

Ricardo Comasco


[1] Jacques Lacan: "La Tercera", en Intervenciones y textos 2, Ed. Manantial.

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Escrito por

Ricardo Comasco

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