"Parecer de veinte". Qué significa parecer décadas menos en nuestra sociedad actual

La ciencia ha contribuido a la extensión de la expectativa de vida en la existencia humana, es una extensión temporal que nos otorga mayor edad en las posibilidades de vida.

8 OCT 2019 · Lectura: min.
"Parecer de veinte". Qué significa parecer décadas menos en nuestra sociedad actual

Sin embargo también parecería ofrecernos calidad en nuestra forma de transcurrir por el mundo, que, como todo lo bueno, alcanza a unos pocos. Ya que el fitness y la medida de los alimentos variados que se requieren para llevar adelante una vida saludable suelen ser poco accesibles monetariamente para la mayoría.

La pregunta que cabe hacernos es si el hecho de que nuestra apariencia pueda sugerir décadas menos, es la siguiente ¿debería ser acompañada esa imagen rejuvenecida con un comportamiento eternamente joven? Salidas desenfrenadas, cambios de pareja constante, cuya previa ruptura exige mirarse al espejo para renovar el pacto con la propia valía desde lo puramente imaginario, como si el aspecto fuera meritorio por sí sólo, de una sana construcción de pareja, adecuada, a medida de cada quién. El pensamiento mágico hace aquí su presencia y deja entrever engañosamente que necesariamente un aspecto se traduce o conduce indefectiblemente al otro.

Cuando un camarero veinteañero le dice alegremente a una mesa de cincuentonas:" chicas que van a tomar"… sumándose en su comentario a la negación del paso del tiempo, de esas mujeres pero también de la propia…¿Qué espera nuestra sociedad de tal renegación de una verdad que se nos impone a pesar de todas las herramientas que desarrollemos y despleguemos para presentarle batalla… la finiquitud parece ser negada y con ello la decrepitud que le es propia. Escucho decir: "Quiero llegar a una vejez digna" y me pregunto entonces si es necesaria la apariencia juvenil en esa vejez o, si por el contrario, no la estaría arrebatando.

¿Cómo procesar psíquicamente el recorrido, el transcurrir dejando huella a sabiendas que mañana no seré quién soy hoy? ¿Cómo duelar el cambio en nuestros hijos quienes alguna vez dependieron de nosotros en su plena indefensión cuando TODOS llegamos a casa junto a nuestros novios, novias, luciendo los mismos tatuajes o ropa, tratando de hablar parecido o, al menos, dejando huérfana de palabras, la diferencia inherente, necesaria, de pertenecer a distintas generaciones, de haber transitado décadas negadas, tomando la frase del tango: "veinte años no es nada" al pie de la letra.

Madre, padre, abuela, abuelo, tíos, quienes constituían ese suelo sólido habiendo atravesado vivencias transmisibles y en esa transmisión se ahorraban porrazos, bifes, algunas malas experiencias innecesarias cuya narrativa liberaba el terreno para aprender de otras, de las propias iluminadas por tal narrativa. Aseguraba esta circulación oral que lo experiencial era una cuestión de crecimiento, que la sabiduría se gana con el terreno recorrido pero sobretodo prometía un lugar de llegada, no era en vano el recorrido al igual que las arrugas, testimoniales de lo vivido.

El aprendizaje individual adquiría sentido intergeneracional asegurando así su trascendencia, la misma que hoy parece desvanecerse en imágenes que intentan atestiguar el paso terrenal en canales uniformidados de usos y costumbres repetitivas que desdibujan, o aspiran a ello, toda diferencia, intergeneracional, de género, cultural, adentrándonos así en un caos por ordenar, que sin duda requerirá de nuevas narrativas para lograrlo.

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Escrito por

Milagros Luena

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