Pasado, presente, futuro.
Propongo pensar al pasado, al presente y al futuro en un mismo plano de nuestra vida. El pasado es nuestra historia, nuestras raíces, una referencia ineludible para entender [...]
El pasado es nuestra historia, nuestras raíces, una referencia ineludible para entender en que situación se encuentra nuestra vida, no podemos tener conciencia de nuestro presente sin revisionar nuestro pasado porque de esta manera podemos entender el momento actual en nuestra vida…
El futuro es el proyecto, las ganas, el deseo…, aquello que le otorga un sentido a lo que estamos haciendo o viviendo, el mismo toma su sentido al esforzarse para mejorar, para encontrar una mejor versión de nosotros mismos en los días por venir.
El presente se puede pensar también como la pura inmediatez, pero es importante reflexionar sobre nuestra historia y proyectarnos en una visión del futuro a corto, mediano y largo plazo.
Existen frases que solemos escuchar con frecuencia, por ejemplo: "vivir en el pasado", "lo mejor está por venir", "la vida es ahora", y muchas otras.
En el Antiguo Testamento de la Biblia se hace mención en el libro del Génesis, lo sucedido en las ciudades de Sodoma y Gomorra. Todo lo referido a los textos bíblicos está atravesado por múltiples interpretaciones o exégesis, pero no pretendo sumar una más ni desde el lugar de la fe ni desde el agnosticismo sino sencillamente reflexionar desde allí sobre el concepto del pasado.
Dios le comunica a Abraham que va a destruir las mencionadas ciudades y éste le avisa esto mismo a su sobrino Lot para que abandone Sodoma antes de la destrucción Divina junto con su esposa Edith, con la advertencia de que no deben mirar hacia atrás en su partida de la ciudad.
Edith, tentada por la curiosidad voltea su cabeza a mirar como arde la ciudad en un pandemónium de azufre y fuego; motivo por el cual queda inmediatamente convertida en una estatua de sal rígida e inmóvil. Siguiendo este sentido es posible que quedemos detenidos en el pasado en un eterno "mirar hacia atrás" y eso mismo nos paraliza y nos impide seguir adelante.
Por eso intento motivar a darle una importancia ineludible a nuestro pasado como una manera de pensar nuestro presente y no desde la parálisis o la queja sobre nuestra historia. Ir y volver las veces que sea necesario sobre las coordenadas de nuestra historia personal es la manera de entender mejor nuestros actos y nuestra vida, sin caer en la tentación de quedarnos inmóviles allí, sino con la mirada puesta en el sentido del hoy y la importancia del horizonte por venir.
Un espacio terapéutico es el dispositivo adecuado para poder hacer este recorrido activo avanzando hacia nuestra mejor versión.
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