Abuso narcisista y dificultades en nuevas relaciones
Estuve más de 12 años en pareja con una mujer con la que tuvimos un hijo (de 11 años hoy en día). La relación fue muy complicada en todos los aspectos que hacen a la convivencia, me sentí muy devaluado y maltratado, pero permanecí esperando que mi ex cambiara, que volviera a ser la mujer que conocí al principio. Además privilegiaba conservar a mi familia. Hace casi 11 meses se produjo el descarte final, mi ex me echó de mi casa, me hizo una denuncia falsa por violencia doméstica y literalmente quedé en la calle. La separación fue muy destructiva para mí en lo emocional, familiar, práctico y financiero. El detalle de la denuncia fue particularmente difícil de asimilar. Mis valores más altos fueron atacados de manera implacable.
En los meses posteriores a esa separación tan traumática pude ir acomodando las cuestiones prácticas y gracias al asesoramiento legal pude desactivar la denuncia, recuperar el uso de mis bienes propios, disponer de los bienes comunes y asegurar un contacto fluido con mi hijo. Paralelamente a esto tuve una necesidad muy fuerte, en verdad extraña, de encontrar respuestas a lo que percibía que no habían sido ni una relación ni una separación normales. Fue así que me enteré de una problemática que no se trata mucho en Argentina, la de los trastornos narcisistas de la personalidad y el abuso narcisista. No soy profesional en salud mental, pero todo lo que viví coincide en un 99% con lo que llegué a conocer. Leí trabajos de psicólogos y psiquiatras como Iñaki Piñuel y Robert Hare, y consulté a otros profesionales y víctimas de abuso narcisista en el mundo. Las historias de cada uno muestran un grado de similitud verdaderamente sorprendente.
6 meses después de la separación (que en la terminología relacionada con psicopatías y narcisismo se llama descarte final) abandoné toda esperanza de recuperar a mi ex y mi familia (la disonancia cognitiva y la vinculación por trauma habían actuado para que durante ese término conservara esa ilusión que afortunadamente nunca se dio) y fui a un contacto con ella lo más cercano a cero posible (ya que cero estricto es imposible por el hijo en común). Y 8/9 meses después del descarte final me sentía lo suficientemente fuerte y recuperado como para intentar una nueva relación.
Justo en ese momento conocí a una chica con la que hubo mucha atracción inicial mutua y con la que teníamos mucho en común (actividades, intereses, gustos). Comenzamos a salir y al principio todo salió bien, hasta que la besé por primera vez. Apenas ocurrió eso se me disparó una ansiedad altísima, como nunca antes había sentido. La chica me gustaba mucho, pero además esta nueva relación se me presentó como la oportunidad de tener una revancha a la historia tan dura que había vivido con mi ex (suelo referirme a ella como un viaje a través del infierno), de probarme a mí mismo que otra cosa era posible. Fui consciente de esta presión que me impuse a mí mismo, pero fue más fuerte que yo, no la pude manejar. Me hice dependiente de ella: que nos viéramos o no un día, que me escribiera o no, era para mí literalmente la diferencia entre estar en el cielo o en el infierno y pasar de uno a otro sin transición. Como los dos teníamos nuestras responsabilidades y prioridades, nuestro tiempo para estar juntos era limitado y eso me complicaba todavía más las cosas. No habían pasado dos meses desde que comenzamos a salir cuando yo mismo decidí cortar la relación porque me parecía que entre todas sus actividades y prioridades yo era su última opción siempre, pero lo hice siguiendo a un impulso que no pude controlar, no fue algo pensado con tranquilidad y cabeza fría. No era el modo ni el momento. Y fue así que no sólo no pude disfrutar, sino que además eché a perder algo bueno y lindo que había aparecido en mi vida.
Esto ocurrió recientemente y se me hace muy duro. Obviamente porque me había enamorado de esta chica, pero además hay cuestiones que no son tan obvias.
1) Me terminé comportando con ella de un modo desbordado y egoísta, como si parte del narcisismo de mi ex se me hubiese contagiado.
2) Me di cuenta de que me había engañado a mí mismo respecto de mi propia fortaleza y recuperación al comenzar la nueva relación. Y de que quienes sostienen que la recuperación de un abuso narcisista requiere de un trabajo tanto más arduo y largo cuanto más prolongada haya sido la relación de abuso, por supuesto tienen razón...
3) Quizá lo más duro haya sido caer en la cuenta de que mi ex sigue teniendo poder sobre mí, ya que evidentemente el daño que me causó sigue afectando a mi vida y mis relaciones casi un año después del descarte final.
En conclusión, me encuentro triste, angustiado, pesimista, con mucho miedo hacia el futuro. Mi autoestima está por el suelo (y en realidad nunca fue demasiado alta, desde mi infancia pasé por muchas situaciones de decepción y rechazo en distintas circunstancias). Dudo mucho en mi capacidad de reconstruirme y de establecer una relación de pareja sana en el futuro, simplemente... temo que se repitan las historias, que siempre haya algo que me haga ser insuficiente y que termine desencadenando el rechazo. Mi cabeza está llena de pensamientos negativos (inadecuación frente a la vida, un destino ya establecido e irrevocable), y... aunque ha ido disminuyendo, tengo ideación suicida (no creo que nunca la llegue a concretar). Sé que debería centrarme en aspectos positivos, tengo un hijo al que amo y me ama (y al que debo proteger de su madre), tengo una profesión que me permite solventarme, amigos, actividad física de la que disfruto (soy montañista y corredor)... incluso hay mujeres que me han dicho que soy apuesto, pero yo no termino de creerme nada de eso, o no le doy valor. Mi visión del futuro es más tristeza, soledad, dudo mucho de poder establecer una relación amorosa sana con una mujer... siento que no valgo para eso.
Al duelo por la relación anterior, que ya no era fácil, ahora se ha sumado otro. Quizá no se puedan comparar en magnitud, pero el efecto combinado es devastador.
Desde tiempo antes de la separación voy a terapia con una psicóloga que es una persona muy empática y de sentido común, su enfoque es lacaniano y siento que me ha servido, pero dudo que sea el enfoque más adecuado para este momento de mi vida. Vivo en una ciudad pequeña del centro de Argentina y me está costando encontrar a otro profesional que pueda ayudarme en el camino de mi recuperación, uno con otro enfoque como el cognitivo conductual que entiendo sería más apropiado para mi situación.
Me doy cuenta de que escribo toda esta historia porque necesito hacerlo, porque de alguna manera es terapéutico. Pero en realidad, también estoy muy perdido en cuanto adónde debo ir a buscar la ayuda que necesito. Por eso, cualquier comentario, cualquier orientación o consejo que me quieran dar después de leerla, será muy importante para mí.
Muchas gracias.