Neologismos
Las relaciones de producción han cambiado, inevitablemente nuestros modos de expresarnos, pensarnos y vincularnos cambiarán junto a ellas...
Los neologismos llegaron para quedarse…
Propios de una época en la cual los límites contenedores de añejas formas son desafiados. Las formas que definían nuestro lenguaje han sido extendidas, desplazadas por el empuje, la fuerza ejercida por movimientos masivos.
Las relaciones de producción han cambiado, las paredes de la fábrica, la oficina y los colegios han sido derribadas y con ellas también las reglas que contenían nuestra ortografía sujetas a la obligación de NO SER TRANSGREDIDAS.
La pregunta por nuestro destino puede correr el riesgo de ser demonizada desde una mirada catastrófica acompañando la frase: " Hacia dónde va la humanidad"; pero también puede sumarse a la invitación vertiginosa y aceptar el desafío de atravesar el miedo a lo desconocido, hacer el recorrido asistiendo a una era irrepetible que decantará, probablemente, en modos destinos de relación, en modos distintos de pensarnos, de pensar el mundo y a nosotros mismos.
Las instituciones educativas de vigencia incuestionable durante todo el siglo XX estaban destinadas a forjar ciudadanos uniformados con el potencial de ejercer su función reiterada y repetitiva en un mismo lugar de trabajo. Ese universo, funcional a los bolsillos de quienes detentaban el capital, ha estallado, acompañado por la aparición de las redes sociales, precipitando un desenlace que, tal vez, hubiera tomado más tiempo, o no, no lo sabemos. Lo que sí sabemos e intuimos es que el mundo ha cambiado.
El capitalista naciente del siglo XIX y preponderante del siglo XX corría diciendo: " El tiempo es dinero" mientras los individuos de hoy corremos detrás de la dictadura del goce que nos exige publicaciones constantes que atestiguen la maníaca felicidad en la que trancurren nuestras horas. Tales exhibiciones hubieran dejado taquicárdicos y desconcertados a los analistas de antaño...
El mundo cambia hoy, siempre cambió. El ser humano que asiste a esta época es consciente de su finitud, paradójicamente, o, tal vez consecuentemente, su perfil en redes será eterno, asegurando así, su trascendencia.
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Me encantó... "la dictadura del goce"... Interesante artículo y muy descriptivo de nuestra realidad. Saludos, Julieta C.