Vida y Concepto

A fin de plantear cierta perspectiva respecto de la situación actual del psicoanálisis tomaremos algunas ideas del filósofo Alain Badiou.

15 MAY 2020 · Lectura: min.
Vida y Concepto

Vida y Concepto

Ricardo Comasco

I.

A fin de plantear cierta perspectiva respecto de la situación actual del psicoanálisis tomaremos algunas ideas del libro de Alain Badiou La aventura de la filosofía francesa. A partir de 1960 (Prólogo). La referencia puede parecer lejana, pero veamos.

Sobre el fondo de la vocación universal de la filosofía, dice el autor, es posible constatar en su desarrollo histórico ciertas discontinuidades, tanto temporales como espaciales, que constituyen lo que algunos autores llaman 'momentos' particulares: localizaciones de singular inventiva y resonancia –como podrían ser la filosofía griega clásica y el idealismo alemán–. Badiou considera que la producción de un grupo de autores franceses de la segunda mitad del siglo XX constituye uno de tales 'momentos'.

Los orígenes de dicho momento se remontan a la obras de dos grandes pensadores de principios de siglo, que fijan orientaciones opuestas en la corriente de ideas. Por un lado, Bergson propone una filosofía "de la interioridad vital, subsumida por la tesis ontológica de una identidad del ser y del cambio, basada en la biología moderna", señala Badiou. Por otra parte, Brunschvicg, "plantea una filosofía de la intuición conceptual, basada en las matemáticas y que describe la conformación histórica de los símbolos en los que se recogieron las intuiciones de base", dice nuestro autor.

El interés para nosotros en este texto de Badiou radica en que quizás pueda aportar algo al pensamiento sobre cierto aspecto de la situación del psicoanálisis en la actualidad. A riesgo de caer en reduccionismos y simplificaciones, podríamos plantear que existen desarrollos teóricos divergentes entre ciertas corrientes del movimiento lacaniano actual que parecen tener algunas resonancias con las orientaciones de las dos líneas de pensamiento referidas por Badiou. Esto no quiere decir que exista algo así como un psicoanálisis vitalista y otro conceptualista. Solamente queremos plantear algunas posibles filiaciones de ideas.

Por un lado, algunos planteamientos que Badiou subraya en la 'filosofía de la vida' parecen continuarse en ciertas formulaciones psicoanalíticas que ponen un acento en las nociones de cuerpo, goce, y real (y otras afines como sustancia y materia –entendidas en un sentido particular–.) Por otra parte, ciertas ideas que el autor destaca en la filosofía del concepto parecen en cambio extenderse en algunos planteos que hacen énfasis en la formalización lógica como acceso privilegiado a lo real (haciendo hincapié en una crítica del sustancialismo).

Volvamos a Badiou. Desde la segunda década del siglo XX, la filosofía presenta un carácter dividido y dialéctico. El debate entre vida y concepto será absolutamente central en el período posterior y tendrá seguidores ilustres –Badiou menciona a Foucault y Deleuze entre los primeros, y a Lacan y Althusser entre los segundos–.

Lo fundamental aquí es que tal discusión (¿vida y/o concepto'?, ¿'vida <> concepto'?) conducirá, siempre según Badiou, a la cuestión del sujeto, en la que precisamente confluyen las dos orientaciones.

Dice nuestro autor:

"Un sujeto humano es a la vez un cuerpo vivo y un creador de conceptos. El sujeto es la parte común a las dos orientaciones: se lo indaga respecto de su vida, de su vida subjetiva, de su vida animal, de su vida orgánica; y se lo indaga también en cuanto a su pensamiento, su capacidad creadora, su capacidad de abstracción. La relación entre cuerpo e idea, entre vida y concepto, organiza de manera conflictiva el devenir de la filosofía francesa alrededor de la noción de sujeto –a veces bajo otros vocablos–, y este conflicto está presente desde el comienzo del siglo con Bergson por un lado y Brunschvicg por el otro."[1]

II.

Si nos remontáramos aún más hacia los orígenes podríamos señalar que el 'momento' filosófico que estamos examinando se funda en una discusión sobre la herencia de Descartes –y yendo todavía más atrás en el tiempo, hasta la Antigüedad, nos encontraríamos con Apolo y Dionisos, claro–. Badiou sostiene que la categoría de sujeto es una invención filosófica cartesiana, y que la división de las dos orientaciones en la filosofía francesa del siglo XX tiene su origen en la producción de Descartes. Al promover, por un lado, una teoría del cuerpo físico –del animal-máquina– y, por otro, al fundar una teorización de la reflexión pura, Descartes avanza a la vez en la meditación sobre la física de las cosas y en la metafísica del sujeto. A partir de esta herencia cartesiana se producirá entonces la batalla conceptual acerca de la noción de sujeto, señala nuestro autor.

Ahora bien, ¿es posible oír aún los ecos de esa disputa, pero en otro lugar, en el campo del psicoanálisis? La fórmula 'vida y/o concepto' parece transformarse por momentos en la disyuntiva 'o vida o concepto' –o 'vida vs concepto'–. De un lado, como lo venimos señalando, algunos partidarios de una corriente mayoritaria sostienen la idea de que el goce es lo más singular de cada uno, y que se origina en el cuerpo –sosteniendo una noción de cuerpo bastante próxima a la de soma–. Por otra parte, analistas de otros grupos proponen 'olvidar' el cuerpo biológico y avanzan fundamentalmente en el sentido de la formalización lógica.

Insistimos: en este esquema estamos incurriendo en una falsa reducción que no representa el abanico de propuestas en el campo del psicoanálisis. Pero, llevando las cosas al extremo: si existe, según Bachelard, el prejuicio sustancialista –como obstáculo epistemológico–, ¿la salida de ese impasse sería a través de una posición 'anti-sustancialista', o esto sería caer en el error simétrico inverso? Recordemos que Lacan propone la noción de 'sustancia gozante' como una forma de superación del dualismo cartesiano 'sustancia extensa/sustancia pensante'. Desde el psicoanálisis puede plantearse que el cuerpo biológico (instintual) queda olvidado en la constitución del sujeto; pero no así el cuerpo erógeno, que, salvo en casos patológicos (generalmente psicosis), permanece siempre anudado como una de las tres consistencias borromeanas –la imaginaria–.

III.

En su libro Paradojas clínicas de la vida y la muerte. Ensayos sobre el concepto de 'originario' en psicoanálisis, Silvia Amigo también se pregunta por el origen del sujeto en psicoanálisis. Plantea entonces que la identificación primaria comienza con el ingreso del niño en el orden del signo y concluye con su ingreso en la lógica del significante. En el autismo no tienen lugar estas operaciones; en la paranoia y la esquizofrenia, en cambio, no se realiza el segundo momento lógico de la identificación. La autora se refiere a estos primeros tiempos de la estructuración del sujeto como 'las nupcias del soma con el lenguaje'.

Héctor Yankelevich aporta un capítulo al libro recién mencionado. Plantea allí una formalización a partir de la teoría de nudos. Existen ciertas condiciones bajo las cuales el lenguaje y el soma pueden anudarse; de lo contrario, pueden permanecer separados como dos nudos triviales apilados. Es el falo el que, como recta al infinito, se entreteje entre el anillo que representa al lenguaje y el que representa al soma. De esta manera, los tres componentes –soma, lenguaje y falo– forma un nudo borromeo. El significante fálico entra en el cuerpo del niño si la madre hace de él su falta. El niño estará entonces significado por la falta, y saldrá de este modo de la posición de objeto para la madre.

Respecto de las relaciones del cuerpo con el lenguaje, Lacan plantea una articulación posible en función de la causalidad. En "El psicoanálisis verdadero, y el falso", leemos:

"Que el sustrato biológico del sujeto esté interesado en el análisis hasta en lo más hondo no implica en modo alguno que la causalidad que descubre ahí se pueda reducir a lo biológico. Esto es lo que indica la noción, primordial en Freud, de sobredeterminación. / Reconoceremos (en el inconsciente) que son las leyes y los efectos propios del lenguaje los que constituyen su causalidad; causalidad que hay que denominar lógica más que psíquica, si damos a la lógica la acepción de los efectos del logos y no solamente del principio de contradicción."[2]

¿Se trataría entonces de una forma lógica disyuntiva excluyente ('o vida o concepto', 'o cuerpo o lógica'), o deberíamos plantear, como de la lectura de Lacan parece desprenderse, que una articulación compleja (o anudamiento) entre ambos elementos sería lo más apropiado a los fines de dar cuenta de los fenómenos clínicos y de sus posibles formulaciones en términos de teoría psicoanalítica? En el Seminario 10: La angustia, leemos al respecto:

"Este formalismo no hace más que requerirnos y darnos los marcos de nuestro pensamiento y de nuestra estética trascendental, nos atrapa por algún lado. Nosotros le damos, no tan sólo la materia, no tan sólo nuestro ser de pensamiento, sino el pedazo carnal arrancado de nosotros mismos. Es este pedazo lo que circula en el formalismo lógico tal como se constituyó mediante nuestro trabajo referido al uso del significante. La parte de nosotros mismos que está atrapada en la máquina y que es irrecuperable por siempre jamás. Objeto perdido en los distintos niveles de la experiencia corporal donde se produce su corte, él es el soporte, es substrato auténtico, de toda función de la causa"[3]

Para el parlêtre, el cuerpo en tanto que natural, instintual, 'pura carne y hueso' (incluyendo neuronas y hormonas), dicho cuerpo debe considerarse como perdido –o quizás como si nunca hubiera existido–. Algunos autores lo plantean como mítico –cuando se habla de la vivencia mítica de satisfacción, por ejemplo–. El cuerpo del parlêtre es, desde el inicio, un cuerpo significantizado; desde el origen erogenizado en su relación con el Otro, a partir de la cual se constituirán las distintas modalidades del goce. Pero si bien hay algo perdido, hay también algo que resta o se recupera de alguna manera. La noción lacaniana de objeto a intenta dar cuenta de esta operación lógica.

Otra noción que puede dar cuenta de las relaciones entre cuerpo y lógica, o vida y concepto, es la noción de 'encarnadura'. El término 'Otro' en la enseñanza de Lacan puede significar tanto 'el orden simbólico' como su particular encarnadura en la figura de la 'madre', por ejemplo. Lacan trabaja la noción de encarnadura, entre otros lugares, en El triunfo de la religión. Sostiene allí que está a favor de San Juan y de su 'Al principio era el Verbo'. Pero agrega que se trata de un principio enigmático. Significa que "para este ser carnal, este personaje repugnante que es el hombre medio, el drama sólo comienza cuando el Verbo está en el asunto, cuando este se encarna, como dice la religión, la verdadera. Cuando el Verbo se encarna las cosas empiezan a andar francamente mal."[4]

Según el planteo de Badiou en el texto de referencia, el sujeto moderno no puede reducirse a la racionalidad, la conciencia y la reflexividad; debe ligarse a la vida, al cuerpo y a las fuerzas allí operantes. Es lógico entonces que el interlocutor fundamental de la filosofía del siglo XX sea el psicoanálisis, "puesto que la gran invención freudiana fue precisamente una nueva proposición acerca del sujeto" y que "con la postulación del inconsciente, Freud nos significa que la cuestión del sujeto es más vasta que la conciencia" –no equivale a la mera sensación consciente de agencia, que es una ilusión del yo–. Y habrá luego, a partir de las formulaciones de Lacan, un 'sujeto del inconsciente'.

La discusión y las posibles articulaciones entre vitalismo, conceptualismo y psicoanálisis giran en torno a la noción de sujeto, sostiene Badiou. Lo citamos nuevamente:

"Tenemos, por un lado, un vitalismo existencial cuyo origen se encuentra en Bergson y que pasa ciertamente por Sartre, Foucault y Deleuze. Del otro, lo que yo llamaría un conceptualismo de las intuiciones que habilita la proyección formal de estas; lo hallamos en Brunschvicg y pasa por Althusser y Lacan. Atraviesa a ambos, vitalismo existencial y formalismo conceptual, la cuestión del sujeto. Porque el sujeto es finalmente aquello cuya existencia es portadora del concepto. Ahora bien, en cierto sentido el inconsciente de Freud ocupa exactamente ese lugar: el inconsciente es también algo simultáneamente vital y simbólico, portador del concepto."[5]

Seguro que la noción de sujeto presentada aquí por Badiou no se corresponde punto por punto con la que manejamos desde el psicoanálisis lacaniano actual. Pero el abordaje de las problemáticas señaladas por este autor podría, quizás, arrojar alguna luz para pensar la cuestión de las divergencias teóricas y clínicas entre corrientes actuales del lacanismo.


[1] Alain Badiou: La aventura de la filosofía francesa. A partir de 1960, edit. Eterna Cadencia, p. 13.

[2] Jacques Lacan: "El psicoanálisis verdadero, y el falso", en Otros escritos, Ed. Paidós, p. 182

[3] Jacques Lacan: El Seminario, libro 10: La angustia, Editorial Paidós, p. 233.

[4] Jacques Lacan: El triunfo de la religión, Editorial Paidós, p. 89.

[5] Alain Badiou: La aventura de la filosofía francesa. A partir de 1960, edit. Eterna Cadencia, p. 21.

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Escrito por

Ricardo Comasco

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