De la estética a la ética en Psicoanálisis

El deseo nos lleva, siguiendo el esquema freudiano de cancelación de excitación, nos lleva a la pulsión de muerte, nudo de articulación entre el deseo y el goce.

18 OCT 2020 · Lectura: min.
De la estética a la ética en Psicoanálisis

La estética es una disciplina de la filosofía pero en tanto estudia lo bello en el arte y, en general, la belleza per se, podemos afirmar que más que disciplina filosófica es una experiencia inherente al hombre porque todo hombre se topa con lo bello y lo feo; con lo bueno y lo malo; y, en fin, con todo aquello que afecta nuestra sensibilidad humana.

Ahora bien, si la estética está ligada al campo de la sensibilidad como su etimología lo indica ("aisthesis", sensación), está profundamente relacionada con el campo de las condiciones de posibilidad del conocimiento y sus avatares. Vemos así la relación entre estética y gnoseología (o teoría general del conocimiento). Y aquí recordamos el vasto campo que dio lugar al empirismo y al racionalismo y en general a todos los "ismos" que se pronunciaron o adoptaron una posición respecto a la relación existente entre el sujeto percipiente y el objeto; el objeto tanto en su condición de posibilidad, esto es, de su cognoscibilidad o no.

Gran parte de la filosofía antigua nos ha advertido de la futilidad y de la evanescencia de la experiencia de lo aparente si nos entregamos a la experiencia de los sentidos para aprehender lo que llamaron "la realidad". El mayor opositor es el pensamiento parmenídeo porque el devenir es el no-ser, campo de los sentidos y aquí vemos el nexo entre la estética y la ontología. Platón heredará la influencia de la crítica eleática de los sentidos que, a su vez, heredarán lo que se conocen como "los socráticos menores" que de menores no tienen nada. Como el neopirroniano de Sexto Empírico, la filosofía cirenaica (no así la cínica), por dar algunos ejemplos.

En platón la estética está ligada a la ética en cuanto dice que lo bello en sí, es lo bueno en sí. Aquél que conoce la Idea del Bien también conocerá lo bueno porque su experiencia no estará teñida de ilusiones.

La experiencia freudiana difiere de esto, porque el hombre no siempre busca su Bien, esto es, no siempre busca su Soberano Bien.

Para Freud el arte "ofrece satisfacciones sustitutivas compensadoras de las primeras y más antiguas renuncias impuestas por la civilización al individuo" ("El porvenir de una ilusión", p. 2967,). Si la entrada a la cultura implica una renuncia pulsional, una privación dirá Freud, la herida narcisista exigirá una compensación. A eso llamamos arte y, por antonomasia, toda producción artística puede ser englobada sobre esta caracterización general. "Las más antiguas renuncias" dice Freud que caen bajo el imperio de la represión primaria y toda la dialéctica de la primera experiencia de satisfacción que merece ser rescatada en este punto.

Para Freud no hay encuentro amoroso ni tampoco reencuentro. La relación no es con el partenaire sino con la falta; en este sentido, no hay intersubjetividad, lógicamente hablando. La relación es, entonces, para con la falta que motoriza el Deseo. Hay deseo porque algo falta. Y aquello que falta en la primera experiencia de satisfacción es el objeto en términos naturales. El encuentro con Das Ding ("el Otro prehistórico imposible de olvdar"), la Cosa, está atravesada, agujereada, por los desfiladeros del significante. Freud en relación a la entrada a la cultura, lo llama pérdida de la "condición zoológica", nosotros podemos añadir por entrada al campo del lenguaje, se pierde el ser natural, se pierde la condición de objeto que satisfaga cabalmente. No hay relación de adecuación entre sujeto y objeto. De acá que se subvierta la conocida teoría clásica del conocimiento con su presunta connaturalidad del objeto y del sujeto.

De allí que la satisfacción sea siempre parcial y contingente, a los destinos de la pulsión, singulares en la conformación de cada cual. Más bien Freud dirá que las satisfacciones son mezquinas a causa de la renuncia pulsional que implica la entrada a la cultura y a la convivencia siempre incómoda de la relación con los demás, con el semejante.

Estructuralmente hablando, el deseo, por definición, es insatisfecho por la relación de inadecuación del objeto, que son objetos pulsionales, no objetos de la necesidad. He aquí la ética freudiana, nada más lejos que del pansexualismo y de la concupiscencia.

El deseo del neurótico es la contracara de la angustia. Recordemos algunas definiciones de Freud sobre el deseo respecto al Hombre de las Ratas se trataba del "horror ante el placer ignorado" o; en "Pulsiones y destinos de pulsión" dijo "todo displacer es un placer profundo que no puede ser vivido como tal". Con lo cual el Deseo está del lado del horror, en definitiva, sabemos que para Freud -no constituye ninguna sorpresa para nosotros- el objeto de amor siempre es incestuoso, de ahí el horror.

Que el deseo del neurótico sea la contracara de la angustia tiene toda su importancia porque en general la angustia es motivo de consulta, incluso de socorro, teñido de un sentido siempre negativo.

Por otra parte, la belleza y lo bello es la última defensa con el encuentro contra ese horror. El encuentro con ese horror tiene que ver con la ética del psicoanálisis, es el encuentro con el deseo y lo desiderativo siempre remite a la falta.

El deseo siempre es incestuoso por lo tanto es imposible, ergo no hay un objeto posible del deseo, lo que motiva para Lacan la aparición del objeto a, causa del deseo. El deseo como tal no tiene objeto porque el objeto como tal está fundamentalmente perdido. Tal es la dinámica de la "primera experiencia de satisfacción".

El deseo nos lleva, siguiendo el esquema freudiano de cancelación de excitación, nos lleva a la pulsión de muerte, nudo de articulación entre el deseo y el goce. Este más allá del principio del placer, este Real, es lo que Lacan nos adelanta de entrada por qué la ética nos remite a lo real cuando uno esperaría que dijese a lo simbólico.

La experiencia del análisis nos enseña que nuestros enfermos padecen de problemas morales. Freud fue el primero que pudo situarnos la importancia de la génesis del masoquismo moral en la consulta, articulada en una psicogénesis y una sociogénesis del gran mito freudiano de "Tótem y tabú" del asesinato del padre de la horda primitiva. Gran fantasma neurótico freudiano, sin duda. No obstante esto, la importancia que sitúa la experiencia estética del sentimiento de culpa en su ocultamiento, ¿qué es sino, un wunsch, deseo? Articulación entre estética y ética, pues, como todo deseo incestuoso, por definición, es irrealizable.

Comoquiera que sea, supo bien advertir Freud que la culpabilidad, entonces, es anterior, al crimen. Los llamó delincuentes por sentimiento de culpa ("Varios tipos de carácter descubiertos en la labor analítica" de 1916) a quienes el acto delictivo, en última instancia, y el posterior castigo, traía cierta alivio del malestar.

He aquí este "Más allá del principio del placer", este Real, que en la experiencia freudiana está en las antípodas de toda educación, de toda ortopedia. De ahí que Lacan nos advierta que uno de los "ideales analíticos" , sea el ideal del amor humano que bajo la pluma de los posfreudianos lo concibieron como la domesticación del goce en el amor genital, momento último de no sé qué experiencia de evolución, de progresión, a una organización genital acabada...

Bajo la órbita de la fantasía de la domesticación del goce, es que nos remitimos a la lectura de la "Ética a Nicómaco". La virtud hay que trabajarla a partir de la habituación para forjar un carácter adecuado. De la psicología de la educación moral del hombre de Aristóteles, Lacan nos convoca, a la relectura del "Entwurf..." de 1985, donde en esencia nos dirá, que no hay nada en la experiencia mundana del hombre que lo satisfaga, porque los objetos son objetos pulsionales, objetos marcados por el signo del significante. Con lo cual, el principio del placer actúa sobre la percepción, formándola. Otra vez, la "primera experiencia de satisfacción" freudiana nos sirve de guía porque el deseo en su satisfacción alucinatoria no tiene ninguna correspondencia con el llamado, mundo exterior. Parecería ser que el hombre se satisface mejor con el símbolo o, mejor dicho, con su huella.

JIM

BIBLIOGRAFIA DE REFERENCIA:

De Freud:

Las satisfacciones sustitutivas en el arte

- Freud, S. El porvenir de una ilusión, tomo III. P 2967., El Ateneo, Bs. As., 2005.

La vivencia de satisfacción

- Freud, S. Proyecto de una psicología para neurólogos, "la vivencia de satisfacción", tomo I. pp 229-231, El Ateneo, Bs. As., 2005

Los delincuentes por sentimiento de culpabilidad

- Freud, S. Varios tipos de carácter descubiertos en la labor analítica, tomo III, El Ateneo, Bs. As., 2005.

De Lacan:

El sentimiento de culpa en análisis:

- Lacan, J. El Seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis, p 11, Paidós, Bs. As., 2013: "(...) si hay algo que el análisis indicó es realmente, más allá del sentimiento de obligación en sentido estricto, la importancia, la omnipresencia del sentimiento de culpa".

La genealogía de la moral en psicoanálisis remite al deseo:

Ídem, p: 12 "(...) la génesis de la dimensión moral arraiga tan solo en el deseo mismo. De la energía del deseo se desprende la instancia que se presentará en el término último de su elaboración como censura".

Los ideales analíticos y la domesticación del goce en la organización llamada genital:

ídem, p. 13: (...) los orígenes paradójicos del deseo, el carácter de perversión polimorfa de sus formas infantiles, una tendencia general llevó a los psicoanalistas a reducir esos orígenes paradójicos para mostrar su convergencia hacia un fin de armonía (...)

Se trataría de una domesticación del goce perverso (...)".

La ética nos remite al campo de lo real, no solamente al simbólico-imaginario:

Ídem, p 21 "(...) cosa curiosa para un pensamiento sumario que pensaría que toda exploración de la ética debe recaer sobre el dominio de lo ideal (...) nosotros iremos en cambio a la inversa, en el sentido de una profundización de la noción de lo real. La cuestión ética, en la medida en que la posición de Freud nos permite progresar en ella, se articula a partir de una orientación de la ubicación del hombre en relación a lo real".

El "más allá del principio del placer" en la exégesis del masoquismo moral:

ídem, pp. 30-31 "(...) la infiltración de toda nuestra experiencia del imperativo moral, hasta lo que está en el otro extremo, el placer que podemos paradójicamente obtener de él en grado segundo, a saber, el masoquismo moral.

(...) Mi tesis implica, en efecto, que la ley moral se afirma contra el placer (...)

(...) deben de todos modos ya entrever que su sentido debe tener alguna relación con el movimiento que atraviesa todo el pensamiento de Freud y que lo hace a partir de una oposición primera entre principio de realidad y principio de placer (...), al final de su formulación doctrinaria, planteando más allá del principio del placer algo que podemos preguntarnos qué puede ser realmente en relación a la primera oposición. Más allá del principio del placer aparece ese rostro opaco (...) que se llama el instinto de muerte".

Para estudiar el fantasma neurótico freudiano de la revalorización de la figura del Padre

- Eidelsztein, A. Las estructuras clínicas a partir de Lacan, Volumen I, Cap 2, El objeto a y el intervalo: una clínica "más allá del padre", Letra viva, Bs. As., 2001.

De Platón:

Para estudiar la ideal del Bien

- Platón, República, Tomo II, Gredos, Madrid.

- Boeri, M. Apariencia y realidad en el pensamiento griego, investigaciones sobre aspectos epistemológicos, éticos y de teoría de la acción en algunas teorías de la antigüedad, cap. 2, La clasificación platónica de los bienes, la Idea del Bien y la distinción apariencia-realidad, Ediciones Colihue, Bs. As., 2007.

De Aristóteles:

  • Aristóteles, Ética a Nicómaco, Alianza Editorial, Madrid, 2001.

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Escrito por

Lic. Juan Ignacio Molinari

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