¿Cómo potenciar nuestro bienestar mental?

Generalmente se asocia el concepto de bienestar y salud mental a un triángulo entre satisfacciones del área emocional, social y física - pero la calidad de vida también posee un componente subjetivo de gran importancia.

9 ABR 2024 · Lectura: min.
¿Cómo potenciar nuestro bienestar mental?

El bienestar ha sido objeto de estudio y reflexión a lo largo de la historia de la humanidad. Desde diversas disciplinas, se han propuesto múltiples teorías y enfoques para comprender este aspecto fundamentales de la experiencia humana.

Podemos encontrar que, aunque pensemos a la experiencia o estado de bienestar desde una lógica subjetiva, estamos teñidos y atravesados por lo social. Esto nos adentra al terreno de las representaciones sociales, las cuales son construcciones mentales compartidas que las personas utilizan para comprender y dar sentido a su entorno social. Estas representaciones son productos de la interacción social y reflejan las creencias, valores, normas y actitudes de un grupo o comunidad específica.

¿Qué entendemos por bienestar?

Las representaciones sociales no son simplemente ideas individuales, sino que son elaboradas y compartidas dentro de un contexto cultural y social más amplio. Estas representaciones pueden influir en la percepción de la realidad, en la interpretación de los eventos y en las interacciones sociales. El concepto de subjetividad social ofrece un marco analítico para examinar las representaciones sociales como una construcción subjetiva dentro de dicho sistema y cómo experimentamos determinado fenómeno social en un determinado contexto histórico-social.

Las producciones discursivas epocales sobre lo que debe ser considerado un estado de bienestar o felicidad están alineados a nuevos paradigmas que priorizan valores individualistas y hedonistas. La satisfacción subjetiva orientada a la subyugación del individuo a estándares de eficacia, rendimiento y búsqueda de autorrealización, que se entrelazan con un estilo de vida orientado al mercado, caracterizado por el consumismo y la acumulación de deudas.

Hoy en día, a modo de mercancía, encontramos múltiples ofertas de lo que grupos sociales consideran la "fórmula de la felicidad" que se promocionan en redes sociales, libros de autoayuda, programas de empoderamiento y crecimiento personal, entre otros, que no dejarían de ser formulaciones discursivas momentáneas que tal vez sean útiles a determinada población y sector pero que deberían dar cuenta que no aplica a todos los casos: no se tiene a consideración el componente de la singularidad del sujeto (combinación única de características, experiencias, pensamientos, emociones, deseos y circunstancias que conforman la identidad de un individuo - la singularidad del sujeto reconoce que cada persona es única y diferente de todas las demás, con su propia forma de percibir, interpretar y relacionarse con el mundo).

Freud, en 1939, sería preguntado por un reportero acerca de qué era para el una sujeto sano, maduro e integrado en la sociedad, a lo que él respondería "un sujeto con capacidad de amar y trabajar": la capacidad de establecer relaciones íntimas y satisfactorias, tanto en términos románticos como en relaciones sociales más amplias, era crucial para el bienestar emocional, amar implica el desarrollo de empatía y el poder generar vínculos sexo-afectivos que nos aporten confianza, seguridad y fortaleza. Por otro lado, el trabajo implica la habilidad de generar productos, contribuir y establecer relaciones sociales. Ambos aspectos otorgan a la persona un papel dinámico y constructivo en su interacción con la sociedad.

Otro gran aporte por parte del psicoanálisis en relación al abordaje de la felicidad es la conceptualización del deseo. Éste se origina en la falta, en un vacío o carencia primordial que experimentamos los sujetos desde nuestro nacimiento - el cual es inherente a la condición humana - es lo que nos impulsa en la búsqueda de la satisfacción en el exterior, creyendo que en la obtención de objetos externos o en determinada configuración de nuestro ser (social - imagen proyectada de nosotros mismos hacia afuera) alcanzaremos la completud y con ello un estado de bienestar, satisfacción y completud - pero el psicoanálisis nos demuestra que esto no es así, pues el deseo siempre es insatisfecho - no hay objeto o cosa que lo colme.

Potenciar tu bienestar mental

¿Entonces estamos condenados a ser infelices e incompletos?: no debería ser así: esta insatisfacción también puede ser un motor para el crecimiento personal y la creatividad, ya que impulsa al individuo a buscar nuevas formas de satisfacción y significados. Además, el deseo puede proporcionar un sentido de propósito y dirección en la vida. Cuando las personas tienen deseos claros y definidos, pueden sentirse más comprometidas y enfocadas en sus actividades diarias. Esta sensación de dirección y propósito puede generar un mayor sentido de bienestar y satisfacción con la vida.

El bienestar y la búsqueda de la felicidad han sido temas de interés a lo largo de la historia, abordados desde diversas disciplinas y enfoques. Se reconoce que el bienestar no es solo una experiencia individual, sino que está influenciado por el contexto social y cultural en el que vivimos. Las representaciones sociales, que reflejan las creencias y valores compartidos por una comunidad, moldean nuestra percepción y comprensión del bienestar.

La subjetividad social ofrece un marco para comprender cómo las representaciones sociales influyen en nuestra experiencia de bienestar en un contexto histórico y social dado. Además, se reconoce que los nuevos paradigmas de bienestar están influenciados por valores individualistas y hedonistas, promoviendo la búsqueda de la autorrealización y el éxito personal.

Sin embargo, es importante tener en cuenta la singularidad de cada individuo en este proceso. Cada persona tiene una combinación única de características, experiencias y deseos que influyen en su búsqueda de la felicidad. La capacidad de amar y trabajar, destacada por Freud, sigue siendo relevante en la comprensión del bienestar emocional, al igual que la conceptualización del deseo como una fuerza motivadora que impulsa el crecimiento personal y la creatividad.

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Escrito por

Lic. Ludmila Bustos

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Bibliografía

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