Los primeros pasos en la clínica psicoanalítica

Comenzar a atender en la clínica, es zambullirse en un mar de incertidumbres. Aquí mi experiencia en los comienzos para aquellos psicólogos recién decididos que decidan emprender el viaje.

3 AGO 2020 · Lectura: min.
Los primeros pasos en la clínica psicoanalítica

Los primeros pasos en la clínica psicológica

Los comienzos

"-Tere ¿Qué es un proceso?

Dejarnos en los huecos, hacer espacio para lo que no teníamos ni idea de cómo encarar, pero hacer, de alguna forma, un poco nuestra cada situación, que cada cosa que pasa en la escuela nos pase por el cuerpo" (Teresa Punta, en "Señales de Vida", pág. 11)

Quiero desmenuzar este párrafo del libro. "Hacer espacio para lo que no teníamos ni idea de cómo encarar". Este es el comienzo de la terapia ¿Qué psicólogo recién recibido tiene idea de cómo encarar una primera entrevista? Yo, al menos, no lo tenía. De lo que no tengo ni idea es del otro, aquel a quien voy a recibir. Es ahí donde se abre el espacio, nos "dejamos en el hueco".

Por otra parte, de a poco, en ese encuentro particular entre dos personas, hacemos nuestra la situación, que "nos pase por el cuerpo" es estar sensibles y atentos a escuchar, escuchar tanto las palabras como lo que no se dice.

Tenía miedo, al principio, de ser mala terapeuta y que los pacientes se vayan. Dos de mis tres derivaciones iniciales comenzaron muy bien y continuaban su tratamiento, pero mi tercera derivación, una niña llamada Julieta y su mamá Miriam, sentía que estaba bajo amenaza de deserción. Miriam entraba al consultorio a contarme lo mal que se portaba Julieta con ella. Yo la escuchaba y percibía en ella una manera de "reclamar" a la niña en vez de contarle qué tiene permitido hacer y qué no y porqué motivos. Más de una vez intenté contarle que a veces los niños pequeños necesitan tal o cual cosa pero ella insistía en que "no sabía más qué hacer". La segunda vez que intenté ayudarla con alguna indicación de qué más puede hacer, me di cuenta de que solo necesitaba desahogarse, no quería ni respuestas ni alternativas. No importaba cómo ella hacía sus intervenciones como mamá, era la manera que a ella le salía, era lo que estaba pudiendo hacer. Venía a que la escuche, y por más que yo no tenga una respuesta, una receta mágica, ella seguía necesitando venir al consultorio a hablarme de Julieta. Entender esto implicó correrme de mi lugar de un poco maestra orientadora por momentos, dejar una parte de mi yo. Escuchar sus palabras, sus preguntas; pero también escuchar que sus preguntas no esperaban una respuesta. Estar atenta de manera sensible a lo que realmente necesita el otro. Si bien en el jardín donde trabajé varios años aprendí a plegarme a las necesidades de los niños, observar atenta, entre muchas otras cosas, también aprendí a dar algunas orientaciones a padres a veces, pero realmente en la clínica hay veces que esto no es de ayuda. ¿Para qué, entonces, citamos a los padres? En principio, para generar transferencia con ellos.

Dejar correr el Río

¿Y dónde?

¿Dónde nace el mar?

En un caracol,

Que guarda el sonido

Que una vez escuchó.

¿Dónde nace el río?

Nace entre las piedras,

Que un día se abrieron

Para dejarlo brotar.

¿Dónde nace el lago?

Dicen que en la luna

Que mira en su espejo

Por las noches so reflejo.

Preguntas que vienen

Preguntas que van

Duérmete mi niño

Que no hay más que preguntar

(Canción de Cuna de Graciela Mendoza, en "Puñuy Wawita")

¿Dónde nace el amor? Dicen que es un pequeño puñado de misterios. Digo pequeño porque está conformado por pequeños detalles, tan pero tan chiquitos que se nos vuelven imperceptibles. Dicen que la transferencia es amor, pero de Sujeto (paciente) a Objeto (analista).

¿Dónde nace la transferencia? El cómo no lo sabemos, eso es lo que cada uno de nosotros (analistas en formación) vamos pesquisando paso a paso y caso por caso. Lo que sí sabemos es que eso que surge, sucede, emerge en el encuentro del paciente con el analista, es mejor dejarlo fluir. ¿Dónde nace la posibilidad de análisis? Dicen que en cada uno, abriendo las piedras para dejarlo brotar. Pero "dejarlo brotar" querría decir "no hacer nada en contra de ese flujo" pero es un "no hacer nada" activo, ya que significa estar advertidos de nuestro deseo, estar atentos a correr cualquier piedra que quiera entrometerse. "Cualquier piedra" como por ejemplo nuestros ideales, nuestras premisas, preconceptos.

Carmela fue mi primera paciente, mi primera derivación. Hermana mayor de tres mujeres. En la entrevista con sus papás los dos hablaron mucho tanto de Carmela como de Samara, la hermanita menor. Hablaron de que la menor no es hija del mismo papá que las dos hermanas más grandes pero que ese hombre adoptó a la niñita como a una hija más entre otras cosas porque lo conmovió ese abandono, ya que él mismo había sufrido abandono cuando era un niño. Dijo entonces que quizás Carmela podía sentir celos porque él mismo reconocía estar más atento y predispuesto a la más chiquita.

La hermana "del medio" nunca apareció en el discurso, y yo lo noté. En ese momento no lo pregunté porque "no era mi paciente" y con el tiempo me "olvidé". Carmela continuó muy bien su tratamiento y comenzó a hablarme entre otras cosas, de su hermana Lucía. Cada vez que la nombraba, mis preguntas aparecían: ¿Cómo le estará afectando a ella la situación familiar? ¿En qué lugar la está poniendo esta familia? Y eran preguntas que hacían que mi atención flotante de la que habla Freud, que es tan importante, por momentos se me pierda. Después de supervisar el caso y poder advertir esto, (que en el momento no me resultaba tan claro) me di cuenta de que una manera de mantener la atención en el paciente es que cada vez que se presenta una duda preguntarla, para que no quede ahí dando vueltas. Soy hermana del medio de tres mujeres, y creo que esto no es un dato menor en este caso, ya que también es muy importante estar atenta a aquellas cosas que nos hacen tener "ideas" de antemano. Yo no me olvidé de la hermana del medio, quise "correrlo" de mi cabeza y eso hacía que insista en mí. Esto interfería en algunos momentos en el análisis con Carmela haciendo que corra mi foco de atención. Para "dejar correr el río" de lo que sucede en el encuentro con el analista y el paciente debemos estar muy atentos a esos pensamientos a veces fugaces para que no sean una "piedra" después. Preguntar todo lo que se nos pasa por la cabeza es un buen comienzo.

Aquello que irrumpe

"Salí a pasear sólo

para oír el silencio adentro mío.

regresé desconcertado

el silencio aturdía más que el ruido."

Jorge Luján

Por último, no quiero dejar de hacer mención a aquello que sucede, simplemente y por desgracia sucede. No nos recibimos sabiendo enfrentar las situaciones que nos pone el análisis, y de pronto aparece aquello que atraviesa.

Carmela vino un día a contarme que su abuelo había muerto. Estaba triste, lo extrañaba y como vivía en Salta no había podido ir a despedirlo. Dice Sigmund Freud, (1915, en "De guerra y muerte". Temas de actualidad.) : "Hemos manifestado la inequívoca tendencia a hacer a un lado la muerte, a eliminarla de la vida. Hemos intentado matarla con el silencio…" (pág. 290)

"Desde luego, este sentimiento tierno nuestro no impide que sobrevengan los casos de muerte; cuando ocurren, nos conmueven en lo profundo y es como si nos sacudieran en nuestras expectativas." (pág. 291)

¿Qué significa la muerte para una niña de diez años? ¿Qué palabras se utilizan para nombrar una ausencia permanente, un no estar más desde ahora y para siempre? A veces, los silencios en sesión son realmente difíciles, pero creo que necesarios. "Dejarnos en los huecos" para procesar la angustia, atravesarla. Simplemente la miré, dejé que llorara, le dije algunas palabras para contenerla.

"Poseemos un cierto grado de capacidad de amor, llamado libido, que en los comienzos del desarrollo se había dirigido sobre el yo propio. Más tarde, pero en verdad desde muy temprano, se extraña del yo y se vuelve a los objetos, que de tal suerte incorporamos, por así decir, a nuestro yo. Si los objetos son destruidos o si los perdemos, nuestra capacidad de amor (libido) queda de nuevo libre. Puede tomar otros objetos como sustitutos o volver temporariamente al yo. Ahora bien ¿Por qué este desasimiento de la libido de sus objetos habría de ser un proceso tan doloroso? No lo comprendemos, ni por el momento podemos deducirlo de ningún supuesto. Sólo vemos que la libido se aferra a sus objetos y no quiere abandonar los perdidos aunque el sustituto ya esté aguardando. Eso, entonces, es el duelo." (Freud, S. 1916 [1915] en "La transitoriedad", pág. 310, 311)

"Sabemos que el duelo, por doloroso que pueda ser, expira de manera espontánea" (Pág. 311). Si confío en la técnica y acompaño a Carmela dejando que las cosas fluyan, ella va a atravesar el duelo, y se va a volver más fuerte que antes.

Con palabras o silencios, juegos o quietudes, plegarme a su necesidad es lo que la va a ayudar, aunque esté como al principio, sin tener ni idea de qué hacer, confío en que ella sí va a saber qué es lo que necesita, y es eso lo que fui descubriendo que es lo único que tengo que escuchar atenta.

Bibliografía:

  • Freud. S. (1915). De guerra y de muerte. Temas de actualidad. Tomo XIV. Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu editores.
  • Freud. S. (1916 [1915]). La transitoriedad. Tomo XIV. Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu editores.
  • Mendoza, G. (2014). Puñuy Wuawita: Cantos de cuna, arrullosde la tierra. (CD ROM). Gobi Music, 1 CD.
  • Punta. T. (2013). Señales de Vida: Una bitácora de escuela; dirigido por María Emilia López. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Lugar Editorial.

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Escrito por

Ana Belén Misuraca

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