¿Por qué necesitamos ir al psicólogo?

Ir al psicólogo no implica necesariamente que uno sufre de algún trastorno grave. A veces necesitamos un espacio de contención y de reflexión sobre lo que nos pasa y lo que queremos.

4 AGO 2017 · Lectura: min.
¿Por qué necesitamos ir al psicólogo?

Es habitual escuchar a la gente decir que si no estás loco no necesitás ir al psicólogo. "Yo salgo con mis amigos, unas birras y hago terapia". O también el típico "Yo no creo en estas cosas". Estas frases son muy frecuentes y reflejan el mito de la consulta psicológica como respuesta a un problema en la salud mental del paciente. El objetivo de esta nota es deconstruir el mito y plantear otras formas de ver la terapia.

Voy al psicólogo, ¿un secreto?

Hay muchas personas que prefieren no contar que van al psicólogo. El mito de la enfermedad mental los inhibe o bien temen que eso afecte su trabajo o su desempeño profesional. Otros prefieren no decirlo por miedo a que les pregunten los motivos. Pero la necesidad de tratamiento no quiere decir que se padece algo grave, sino que a veces el tratamiento es importante para trabajar otras cuestiones.

Vamos paso a paso. Es cierto que cuando se presentan problemas mentales es de vital importancia acudir a terapia. Pero, en pleno s. XXI donde está tan asumido en el campo de la medicina orgánica el tema de la prevención, en la consulta psicológica debería pasar lo mismo. Ir al psicólogo no implica estar loco. Así como cuidamos la salud física, es necesario cuidar la salud mental para prevenir posibles problemas.

Prevenir antes que curar

Entonces, la prevención debería ser también un objetivo en salud mental. Debería ser normal y habitual ir al psicólogo simplemente por prevención, ante cualquier síntoma o sentimiento de malestar. Y aquí llegamos al siguiente punto: ¿por qué un psicólogo y no un amigo o la familia? Es cierto que hay algo terapéutico en estas instancias sociales y familiares. Un buen entorno con quien poder compartir y hablar ayuda mucho aunque a veces no es suficiente.

Volvamos a la analogía con la medicina tradicional. Frente a una herida pequeña, un resfrío menor, algo que ya sabemos cómo resolverlo …. no vamos al médico. Pero si el dolor no cede, perdura o empeora, o no sabemos a qué se debe, consultamos. A veces hace falta una intervención mayor, una mirada profesional que nos pueda orientar en como tratar esta herida o dolencia.

No hace falta creer para consultar

Y aquí llegamos a la cuestión de la creencia. La terapia psicológica no es una fe, sino que es una ciencia y, como tal, sus resultados son verificables y comprobables.

Me tomo la pastilla X y se me va el dolor de cabeza. Por tanto lo crea o no, resulta que el tratamiento es efectivo, lo puedo comprobar. No es fe, es ciencia. La psicología también. El profesional X le sirve a alguien pero no tiene por qué funcionar igual con todos. Por eso a veces es necesario probar. A veces los efectos de mejora son lentos y nos cuesta esperar resultados. Paciencia, todo llega.

Lo importante es romper con tópicos y con los tabúes y adoptar un modelo de prevención que cuide también el crecimiento mental y promueva la salud psicológica del paciente.

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