Toxicomanía: ¿enfermedad o signo?

Muchas veces nos encontramos con esta especie de disyuntiva: si la toxicomanía es una enfermedad propiamente dicha o un signo o síntoma de otra cosa.

2 SEP 2020 · Lectura: min.
Toxicomanía: ¿enfermedad o signo?

Sabemos que hay discursos supuestamente especializados como el de narcóticos anónimos (NA) y alcohólicos anónimos (AA) que dicen que los pacientes son enfermos y que su enfermedad es la droga o el alcohol, respectivamente. Sostener esa teoría les viene perfectamente bien a quienes padecen de adicción porque encuentran en este discurso oficial una justificación de sus recaídas. Así podrán decir que si recaen en el consumo de drogas es porque están enfermos. Y están enfermos por las drogas, es decir, se recurre a un tipo de razonamiento circular.

Como se puede observar, no hay sujeto ahí en ningún sentido, en todo caso, el sujeto literalmente está sujetado a la droga, al objeto como tal, esto es, sería la objetalización del sujeto. Esta objetalización es solidaria de toda la "ideología toxicómana" que escuchamos a diario: "el cuerpo me pide la droga"; "me drogo por las juntas"; "me empecé drogando por curiosidad pero la droga después me tomó", etc. Es decir, el sujeto brilla por su ausencia. Dentro de este marco no podemos pensar en ningún tipo de responsabilidad subjetiva puesto que el sujeto parecería ser un retoño del objeto droga, su capricho dijéramos. Psicoanalíticamente, diríamos que esto es una teoría solidaria de sostener a un Otro caprichoso y omnipotente que toma al sujeto para su Goce. El sujeto es lugarteniente en la posición de objeto del goce del Otro. El sujeto se objetaliza para asegurarle al Otro su goce, para obturar la falta...Por eso es importante, no victimizar al sujeto, no objetalizarlo sino convocarlo a que se reconozca como productor de su malestar, como artífice de su desgracia.

La adicción o toxicomanía no es una enfermedad. En todo caso es síntoma, como por ejemplo, la fiebre no es la enfermedad per se, en todo caso es signo o síntoma de que hay una infección en el cuerpo, de ahí que haya que averiguar cuál es su etiología.

En contra de los discursos oficiales de Na y AA, en contra de la ideología del toxicómano que lo condena a perpetuarse en su adicción, en contra de la sociedad toda que considera que la droga es "un flagelo social" hay que recuperar la singularidad de lo subjetivo en cuanto tal. Esto implica interrogar al sujeto por el malestar, verdadera etiología que lo llevó al consumo y al abuso de drogas. La droga no es la etiología del padecimiento, en todo caso, la droga es el efecto, la consecuencia, el subterfugio y el paliativo para el dolor, para el "dolor de existir".

La terapéutica entonces, estará enfocada en ir desmontando toda esta "ideología toxicómana" constituida por un entramado de engaños especulares que sostienen al sujeto enmarañado al tóxico. Para desmontarla hay que cuestionarla, ponerla entredicho.

Hay que dejar de ver al consumo y al abuso como una enfermedad sino como la manifestación de un malestar. La droga aparece allí como una solución imaginaria y efectiva de silenciar el malestar porque mientras dure el efecto del tóxico quedará acallado el dolor psíquico.

El malestar del que hablamos es estructural en tanto sujeto de la palabra no es el sujeto el que tiene palabras sino la palabra lo tiene al sujeto, lo hace sujeto. Y en tanto sujetos de la palabra el malentendido le es consustancial. La escucha analítica recoge lo singular de cómo se articula ese malestar en cada cual, adicto o no.

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Escrito por

Lic. Juan Ignacio Molinari

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