Entrevista sobre Psiconálisis, identidad y género

En esta entrevista la Ps. Victoria Cello busca dar cuenta de las particularidades que hacen a la "identidad" de las personas en general, y cómo opera eso en la "adolescencia" en particular.

19 JUL 2020 · Lectura: min.
Entrevista sobre Psiconálisis, identidad y género

¿Cómo define el psicoanálisis la adolescencia?

En principio habría que decir que el psicoanálisis no habla específicamente de "adolescencia", sino que habla de pubertad. Freud en "Tres ensayos para una teoría sexual" da cuenta de dos tiempos de la sexualidad humana; el primer tiempo sería la niñez, en donde califica a la sexualidad como perversa y polimorfa (encontrando su satisfacción de múltiples formas), y el segundo – separados ambos por el período de latencia – es la pubertad, donde existen cambios a nivel orgánico si se quiere (puntualmente aquellas pulsiones – empuje interno – parciales encuentran su satisfacción sucumbida en una zona particular, la genital) y a su vez características particulares a nivel de lo psíquico.

Puntualmente las particularidades que esta fase supone son, como dijimos, cambios referidos a la maduración física, como otros referidos al desasimiento de la autoridad parental, y la consecuente identificación con sus semejantes (abriendo, justamente, la posibilidad a lo exogámico).

De algún modo sí podemos decir que, sobre esta fase particular y estructurante que es la pubertad, se montan las distintas adolescencias. Es decir, sobre algo que aparece como "común" a cierta forma de "evolución", se pueden pensar las distintas singularidades. Tanto niñez como adolescencia deben ser entendidas como momentos de constitución subjetiva, donde se produce una estructuración del psiquismo de cada sujeto. Hablar de constitución subjetiva implica hablar de la singularidad que revela el carácter único de cada sujeto en cuanto a los modos de pensar, comportarse y de intervenir su realidad. Sin embargo, este momento de constitución subjetiva no es sin las marcas de época, es decir, sin el contexto socio – histórico en el cual cada niño/a y cada adolescente nacen y viven.

A saber, y hablando puramente en términos psicoanalíticos, el Otro (aquel que nos hace entrar en el campo del lenguaje, nombrándonos y hablándonos) imprime marcas sobre cada sujeto, y lo que el sujeto puede hacer con esas marcas es lo que le otorgará la singularidad, lo propio a cada adolescente.

¿Cómo explica el psicoanálisis la conformación de la identidad? ¿Y en la adolescencia?

De nuevo, el Psicoanálisis no habla estrictamente de identidad, porque justamente plantea un desconocimiento del sí mismo; es decir, desestima de alguna manera la creencia de completud unificada del yo. La gran apuesta freudiana fue justamente plantear la división del "yo", éste no es amo en su propia casa. Hay algo que al "yo" se le escapa, que no puede dominar, y ése es el objeto del Psicoanálisis: el inconciente. Sobre esto es interesante detenernos, porque generalmente queda una suerte de laguna cuando se habla del inconciente, porque se lo piensa en sentido descriptivo. Lo que podemos decir de esto, sin extendernos demasiado, es que precisamente el inconciente es el efecto, por así decirlo, del advenimiento del sujeto en el campo del Otro. Es decir, para que un sujeto pueda existir como tal primero tiene que haber un Otro que lo nombre: no hay ejemplo más claro que el nombre propio, aquello que nos hace distinguir de las demás personas y nos permite nombrarnos como "yo soy..."; no es más que un nombre escogido de antemano por un Otro, que ha realizado – y no ingenuamente – por nosotros mismos esa elección. A razón de la asimetría biológica que existe entre el infante y su madre (me refiero a la función nutricia y de cuidados) se genera una necesidad de uno por el Otro, siendo además quién hace del grito y el llanto un decir: "llora porque tiene hambre; llora porque tiene calor; porque quiere ir con su madre, etc". Es siempre el Otro, el que pone palabras y el que nombra – a su parecer – lo que al sujeto le acontece. Y con esto decimos, es el Otro el que nos introduce en el campo del lenguaje. El que nos nombra, nos dona sus palabras, nos habla, y nos enseña justamente la lengua materna. Entonces, ¿es posible hablar de una identidad concreta y uniforme, cuando ya desde el vamos hay un Otro que forma parte de (y se encripta en) nosotros para hacernos existir?

Hecha esta aclaración, no hay identidad porque no hay sí mismo, pero sí hay identificación; y es de esta manera como se puede constituir esta instancia psíquica que es el yo. Freud en su recomendable obra "Psicología de las masas y análisis del yo" dice que la identificación está definida por ser "la manifestación más temprana de un enlace afectivo con otra persona". Definitivamente, y por esta necesidad de un Otro para poder advenir y sobrevivir al mundo, la primera identificación es con los progenitores; quienes prestan imagen y palabras para que el "yo" se constituya como tal. Pero también existe la identificación con los otros pequeños, es decir, con los pares, compañeros/as, amigos/as; algo de esto último se puede palpar de mejor manera en la pubertad. En definitiva, el Psicoanálisis refiere al "yo" como sedimento, como "chiquero" de identificaciones; esto es, el yo se constituye vía identificación – con los Otros y los otros.

Ahora bien, hablando particularmente de lo que ocurre en la pubertad – como tiempo estructural – podemos decir que es un momento de resignificación de las marcas de la niñez. Es un momento donde se vuelve sobre lo ya constituido y se intenta hacer algo con eso. Cabe aclarar que ninguna marca es decisiva ni determinante, sino que está en relación a otra marca, y esta suplementariedad posibilita que se pueda asociar a otra diferente, dándole a esta primera un significado diferente.

Como decíamos anteriormente, existe una función del semejante en la adolescencia; el desasimiento, por así decirlo, de los padres conduce a que el sujeto busque seguir "armando" su "yo" con sus pares – vía identificación.

Entonces, existe indudablemente una función de yo de síntesis, de estabilidad, que permite que podamos asumirnos en y desde algún lugar. Pero seríamos ingenuos/as si creyéramos que todo acaba allí. Nacemos en el campo del Otro, y eso ya da cuenta de que, no sólo nos constituimos a partir de otros sujetos, sino que también, y lo más significativo, el "yo" es una construcción. El trabajo de análisis consiste, entre otras cosas, en hacer con eso que nos viene del Otro algo propio.

Para cerrar, hay lo propio pero también hay apertura a lo ajeno. Estos dos términos operan de alguna manera juntos, porque apropiándonos de lo ajeno es que nos podemos constituir, y esta apertura a lo ajeno es lo que permite que podamos hacer algo diferente con lo que ya nos hemos apropiado.

Para el psicoanálisis, la familia y la sociedad, ¿suponen agentes que influyen en la conformación de la identidad?

Creo que con lo expuesto anteriormente damos cuenta de que para el Psicoanálisis es netamente influyente en la conformación de la "identidad" tanto la familia como la sociedad. De hecho, estos dos términos son las principales formas de representación del Otro. Lacan, en unos de sus escritos de 1938, considera a la familia como:

"de todos los grupos humanos {el que} desempeña un papel primordial en la transmisión de la cultura. (…) La familia predomina en la educación inicial, la represión de los instintos, la adquisición de la lengua a la que justificadamente se designa como materna, gobierna los procesos fundamentales del desarrollo psíquico, la organización de las emociones de acuerdo con tipos condicionados por el ambiente que constituye la base de los sentimientos, transmite estructuras de conducta y de representación cuyo desempeño desborda los límites de la conciencia."

Por otro lado, podemos tomar a la familia como la institución representante de esa otra institución que es la Sociedad. Como decíamos, lo que viene del Otro deja marcas, y eso refiere también a las marcas epocales, a la sociedad particular a la que uno/a pertenezca, al contexto socio-político-económico en el que uno/a advenga. Por supuesto que sobre eso no se puede renegar, o si se lo hace no es sin consecuencias.

¿El psicoanálisis refiere a género y/o a roles de género?

El término género no es un concepto del Psicoanálisis, es un concepto de los estudios culturales, de las teorías queers, de los feminismos, de un anclaje más social por así decirlo. Sin embargo, el Psicoanálisis tiene modos de pensar que pueden dialogar con eso.

Como decíamos antes, no hay una manera de evadirse de lo que viene del campo del Otro, esto es inclusivo y el sujeto se las tiene que arreglar con eso. Con esto digo que lo que la Sociedad, y su correspondiente cultura, considere como "femenino" o "masculino", no es algo de lo cual nos podamos despojar con total liviandad; pero sí se puede ir más allá. De hecho algo de esto ocurre con el Feminismo, lo que viene del Otro se empieza a conmover, algo que se definía como propio de un, justamente, determinado género, ahora nos enteramos que no, que puede significar algo distinto. Que el sujeto arribe a un modo de poner en falta al Otro, a cuestionarlo, es algo necesario.

El psicoanálisis no habla estrictamente de género, sino de posiciones subjetivas (frente al Otro), de diferentes modos de encontrar satisfacción en relación al mundo. Habla de que sexualidad y genitalidad se excluyen entre sí, porque justamente esta primera rebasa a esta última; de que LA mujer no existe, así con mayúscula, como ideal, como completa y única, sino que hay mujeres una por una... asumiendo cada una algo del orden de la "feminidad" de manera singular y distinta a la otra; nos habla (y sobre todo con Lacan) de que hay Otro goce, distinto al falocéntrico, que implica justamente la posibilidad de gozar más allá de los genitales (se goza hablando y enfermándonos también); nos habla de la bisexualidad constitutiva, la cual da cuenta que la posición sexual que se asuma no está dada de antemano ni determinada por los caracteres sexuales. En fin, el Psicoanálisis tiene mucho por decir que puede entrar en diálogo (y en tensión también) con otras teorías, y justamente es un poco el legado que nos queda a quienes trabajamos – o al menos intentamos – desde el Psicoanálisis: " mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época".

Ps. Victoria Cello

M 7567

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Escrito por

Psicóloga Victoria Cello

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