La psicogénesis de las adicciones

En la adicción, el desfallecimiento de la función paterna y su correlato clínico de una madre omnipotente, invasiva en la vida del sujeto, constituye el mejor ejemplo clínico de la posición.

3 SEP 2020 · Lectura: min.
La psicogénesis de las adicciones

Formémonos la idea de cómo se conforma la psicogénesis de las toxicomanías a partir de los términos psicoanalíticos siguientes: Complejo de Edipo: deseo de la madre, demanda materna, nombre del padre (el padre dador y el padre prohibitivo); falta fundamental, falo, etc.

En un momento mítico en el encuentro del infans (el "cachorro humano" que todavía no tuvo acceso a la palabra, al orden simbólico) con el Otro materno o con quien haga las veces de su función, lo que ese infans encuentra en el otro antes que el pecho es la palabra, la palabra que lo nombra. Este alojamiento amoroso tiene dos características generales: ser amado o rechazado. En cualquier caso, hay un reconocimiento. El sujeto intentará responder a la demanda materna convirtiéndose en el falo para ella, obturando la falta fundamental y asegurando un Goce para esa madre de la que él es objeto.

No obstante esto, si el padre interviene, siquiera sea a través del discurso de la madre, no es necesaria la presencia real del padre dado que estamos hablando de lugares simbólicos y funciones, si el padre interviene poniendo límite al Deseo de la madre, rescata al sujeto de ser la posición de objeto de goce del Otro.

En la adicción, el desfallecimiento de la función paterna y su correlato clínico de una madre omnipotente, invasiva en la vida del sujeto, constituye el mejor ejemplo clínico de la posición subjetiva de la dinámica familiar. Es trillado escuchar un padre ausente, deficiente o incluso aunque presente demasiado "fraterno", casi amigo de su hijo.

El Deseo de la madre tiene un efecto que podríamos llamar normativo para la economía libidinal en tanto es lo que permite la erogenización del sujeto. Lo nombra con su Deseo. Y en tanto que lo nombra, lo humaniza. Con lo cual no hay que perder de vista esta importante función. El problema radica, no obstante esto, cuando lo ubica en el lugar de la falta y el sujeto se hace falo para ella. No hay el reconocimiento de una alteridad, motivo por el cual es necesario que el Padre intervenga doblemente: prohibiendo al hijo su madre y prohibiendo a ésta su hijo.

Esta dinámica responde a cualquier estructura clínica porque la adicción en definitiva no es una estructura clínica en particular. En todo caso, en esta dinámica de los avatares del Edipo, complejo nuclear de la neurosis, tal como Freud lo concibió y Lacan lo complejizó posteriormente, será donde sumada a una labilidad narcisista más cómoda se asienta la droga, como mecanismo para cancelar el dolor de existir. Ejemplos clínicos sobran de cómo el adicto está inmerso en esta dialéctica en la que él es un objeto del Goce del Otro. Así, por ejemplo, dicen, "yo me drogo por las malas juntas" o "me drogo cada vez que mi pareja me deja", "me drogo porque tengo el transa enfrente de mi casa", "porque mi papá me pegaba", etc. El trasfondo común de estos ejemplos, es un Otro omnipotente, caprichoso (las juntas, la pareja, el transa, el padre golpeador) que hace del sujeto lo que quiera y el sujeto en posición sumisa, pasiva, objetal, al servicio y funcional a esa dinámica porque no opone objeción alguna.

JIM

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Escrito por

Lic. Juan Ignacio Molinari

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