Quitapenas

Hablar de "toxicomanías" (así en plural) a veces suele remitir en el imaginario colectivo al consumo de sustancias básicamente psicoactivas, lo que comúnmente se denominan drogas.

8 SEP 2020 · Lectura: min.
Quitapenas

Hablamos de cocaína, éxtasis, heroína, crack, ketamina, etc.

Prefiero plantear esta problemática como una compulsión: hacer o consumir cualquier cosa, de manera excesiva a tal punto que produciría a corto, mediano o largo plazo un efecto de alta toxicidad, no solamente en el plano físico, sino también en el psíquico, social, familiar, relacional, etc.

Hechas estas salvedades, podemos resumir entonces, que cualquier adicción "es una patología del exceso que termina intoxicándonos en el más amplio y deletéreo de los sentidos.

Una compulsión a los excesos puede entonces englobar al consumo tóxico de sustancias psicoactivas como ya dijimos, pero también a cualquier tipo de exceso compulsivo, a saber: comida, sexo, trabajo, alcohol, compras, etc.

Todas estas conductas remiten a lo tóxico y a lo repetitivo, lo que no cesa…

Alguien que incurre en estas conductas y de pronto queda "adherido" a esta compulsión no necesariamente como causa sino más bien como consecuencia de algún trastorno de personalidad preexistente. Es decir, antes de que alguien se embriague por primera vez en su vida, o incurra en algún tipo de exceso irrefrenable ya se podría decir que presenta una personalidad propensa a esto, adictiva.

Hay una palabra que pertenece al ámbito de lo coloquial no científico, para referirse a estas cosas en su conjunto y es "Quitapenas".

Como dato anexo, en Guatemala, existen unas muñecas/os de tela denominados quitapenas, estos se utilizan como amuleto o fetiche si una persona está triste, angustiada, mal; pero más ampliamente se conoce como quitapenas básicamente al alcohol, al aguardiente. Continuando en este orden de razonamiento, si comer, trabajar, beber y/o consumir sustancias psicoactivas en exceso puede agruparse dentro del concepto quitapenas, nos estaríamos refiriendo a intentar tapar la angustia con algo que nos dé satisfacción y placer y de la manera más expeditiva y rápida posible. Redimirnos de aquello que nos genera dolor, inhibición, malestar, pena, etc.

Hacer desaparecer lo que nos aqueja con algún consumo o adicción, sería solo un fallido intento de esquivar aquello que no estamos preparados para afrontar.

Propongo, como dije más arriba, considerar un trastorno preexistente de la personalidad, donde estas conductas posteriores, al fin y al cabo, terminarían "salando y no sanando nuestras heridas"…

La angustia, el dolor, las frustraciones de la vida, solamente se resuelven de manera total o parcial por una única vía similar a lo que las fueron generando en el devenir de nuestra historia y la cultura, es decir, mediante la palabra, es ésta última la que relativiza y hasta cura nuestro dolor psíquico.

Por eso es de vital importancia, ponernos a buscar lo que nos sucede de manera ulterior, para no intentar tapar el sol con la yema de un dedo, lo cual alude a un imposible.

Un dispositivo terapéutico apunta a encontrar en el discurso y la historia de cada sujeto en particular las propias palabras sanadoras, las herramientas que aflojen, destraben, abran caminos de alivio y de sanación.

¿Querés seguir leyendo?

¡Muy fácil! Accedé gratis a todos los contenidos de nuestra plataforma con artículos escritos por profesionales de la psicología.

Al continuar con Google, aceptás nuestras Condiciones de uso y Política de Protección de Datos


PUBLICIDAD

Escrito por

Lic. Daniel Benítez

Ver perfil
Dejá tu comentario

PUBLICIDAD

últimas notas sobre actualidad

PUBLICIDAD